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Pueblo de Hillsboro.

Visitada la fábrica de caños de cobre de medida.

En principio, la cosa es muy fácil: tomar como materia prima un caño de diámetro interno, diámetro externo, grosor de pared, mayores que aquellos del tubo que se desea fabricar, y estirar éste hasta conseguir los diámetros, interno y externo, y el grosor de pared, deseados. Lo impresionante del caso es con qué facilidad se hace, sin esfuerzo aparente, todo, gracias a una poderosa máquina que agarra una punta del tubo original y pasa éste por un embudo reductor con la misma rapidez y facilidad como si fuera masa para pastas. Y sin precalentamiento del metal, si bien el tubo final tiene algo de tibieza por la pura fricción a la cual fue sometido. La misma operación es posible con varias aleaciones, también sin precalentamiento; sólo con acero inoxidable haría falta precalentamiento.

Algunos clientes quieren su tubería recta, pero algunos la quieren en espiral, lo que se consigue en un santiamén con la máquina apropiada, con sólo un operario de un lado, para introducir la punta del caño recto, y un operario del otro lado, para recoger la espiral terminada. Naturalmente, como en ninguna otra industria que visitamos, puede faltar el vital control de calidad. En este caso, este control se efectiviza gracias a otro invento del ingenio humano, una máquina que detecta cualquier desperfecto - rebarba, fisura, otra cosa, y marca el sitio con una tinta azul ... Después de los ojos electrónicos que vimos detectando y subsanando nudos en los hilos de una hilandería, ¿por qué extrañarse?

Y ahora, hacia nuestra próxima meta, otro tema de controversia - no tanto como la coexistencia de "dinosaurios" y humanos, pero con bastante potencial de argumentación, de denigración ridiculizadora - como lo es la presencia de los Vikingos en América ya no sólo, atrevidamente, en la costa noreste, sino, descabelladamente, aquí, en el medio del continente, en Oklahoma, que es adonde vamos ahora.  Hoy no llegaremos.

En este momento, no muy lejos de la hoy ciudad de Waco, otra vez encontramos las pisadas de la expedición de De Soto, mejor dicho de sus lastimosos restos, en 1542.

Cambió mucho el potencial agropecuario en comparación con el oeste de Texas y Chihuahua, a juzgar por el lindo color de los campos arados, el hermoso estado de los vacunos y el porte de los árboles.

Y llueve.

Felizmente, estamos rodeando a buena distancia el llamado metroplex de Dallas y Fort Worth. Es deprimente escuchar por radio informes del estado del tráfico en sus autopistas urbanas, con buena dosis de congestionamientos, accidentes - incluso recién escuchamos de un accidente en cadena de varios vehículos.