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Llegamos a nuestra próxima meta. Mejor dicho, al lugar de nuestra meta. Porque meta ya no hay. Pensábamos encontrar dos pueblos zuñis, uno, moderno, y uno, viejo; nos interesaba compararlos.

Pero nos encontramos con que ya no existen dos pueblos; el viejo ha desaparecido por completo; hablamos con varios Zuñis, y concordaron en decirnos que el pueblo viejo fue absorbido, y por lo tanto obliterado, por el pueblo nuevo. Una muchacha de unos veinte años de edad incluso dijo que ella nunca había visto el pueblo viejo, que lo único que sabía de él - como ser las casas sin puertas ni ventanas pero con laderas para ingresar a ellas desde arriba - lo sabía por lo que le habían explicado sus mayores.

El interés para un etnólogo, ahora, es en qué medida estos cambios físicos - muy justificados por los cambios en las circunstancias que condicionan el cuadro físico de la vida - influyen en el mantenimiento, o la evolución, o al abandono, por los Zuñis de sus tradiciones, de las cuales se dice que son las más antiguas al norte de México y que tienen apariencia de parentesco con la cultura de los Quichés-Mayas de las serranías guatemaltecas, tanto en vocabulario como en conceptos, incluyendo la Serpiente Emplumada.

¿O es que "eran" las más antiguas, y "tenían" similitudes? Ahora, por ejemplo, la ceremonia anual del Retorno de los Dioses, en diciembre, está abierta al público. ¿Espectáculo mercantil o comunión fraternal?

Con ello, lo único que queda por hacer es seguir viaje y dirigirnos hacia el deslinde entre el estado de Nuevo México y el estado de Arizona.