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Y  el interés  se  agudiza  cuando se va  detectando esta pulcritud  académica
desfigurada en garabatos así:
                                      

También son de interés los casos de ortografía mudada por los siglos, como B y V, como en Beinte en vez de Veinte. Aún hoy en día, la diferencia, mejor dicho la confusión, entre B y V, es tal fantasma para los escolares hispanófonos, que tienen que diferenciar como B de burro y V de vaca, o, de manera más académica, como b larga y v corta, porque el sonido es todo lo mismo para ellos.

Y ya que estamos, sin duda querremos, algún día, ver otra vez toda la inscripción de donde sacamos el academismo desfigurado, porque es detallando toda la inscripción que el interés realmente chispea.


Un caso tan necesitado de astuto descifrador como las runas aquellas, salvo que, aquí, no se trata de criptografía sino de taquigrafía. Un tal astuto descifrador interpretó la cosa así: