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con prismáticos, lo primero que se ve, todo alrededor del pueblo, es una guirlanda, o un collar, de retretes apostados precariamente al borde del precipicio, con un desagüe natural, automático y ventilado.

Si es esto el testimonio de una evolución diez veces milenaria ... O quizás sí; precisamente eso, el mercantilismo, sea el sello de evolución. Además, mercantilismo es una palabra bien fea. ¿Háblase de mercantilismo cuando se cobra entrada a un parque zoológico? Entonces, ¿por qué sería mercantilismo cobrar entrada a un parque etnológico? Con todo eso, no es de extrañar que pocos paraborígenes vivan permanentemente en Acoma. Aparecen solamente para la época turística. Se fue el turista, se fue el "Indio".

La llamada Mesa Embrujada - o mejor dicho su legenda verdadera - es lo que realmente le da interés a Acoma. Es una mesa no muy lejos de la mesa del pueblo-museo. Es una de las tantas mesas que hay en estas formaciones geológicas - quizás algo más voluminosa, más rectangular, y más aislada en el medio de la llanura de fondo. Pero es su historia, su interés verdadero, y es así.

Durante siglos siguió vivificándose, de abuelos en nietos, la tradición de que la mesa hoy llamada Embrujada o Encantada, alguna vez había sido habitada; de que la única manera de acceder a su plataforma era por medio de escalones tallados en un pilar rocoso apoyado contra el farallón; que, un día, todo el mundo había bajado a sus quehaceres en los campos alrededor de la mesa, salvo tres mujeres, una, enferma, las otras dos, para cuidarla; que los dioses, con seguridad enojados por algunas transgresiones de comportamiento, provocaron un terremoto aquel día en la mesa y sus alrededores, despedazando así el pilar de acceso, e imposibilitando desde entonces en más la comunicación a, o desde, el tope de la mesa; que las tres mujeres atrapadas allí arriba murieron y que la gente en los campos tuvo que establecerse en nuevos hogares, que fue cuando fundó Acoma.

Toda una legenda durante siglos.

Hasta que, un buen día, en 1890, un etnólogo se las ingenió para subir a la planicie de la mesa, y encontró ... las indudables ruinas de un indudable pueblo.

Según nos explicó uno de los paraborígenes con quienes hablamos, fue entonces cuando se construyó un nuevo acceso - de maderos - para hacer posible la escalada de la mesa a los turistas; pero hoy, otra vez, no se puede subir, salvo con equipo de andinismo. De todos modos, según se nos informó, hoy en día, las ruinas que había en la mesa ya fueron casi totalmente obliteradas por la intemperie.

Y los indígenas de hoy, en su pueblo Acoma encima de la otra mesa, fundado alrededor del año 900, son pues los descendientes de aquellos otros indígenas de la legenda que no era legenda.