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Infeliz gente que tiene sólo un Año Nuevo por año. Nosotros tenemos un Año Nuevo todos los días. Todas las madrugadas son un Año Nuevo. Y, si necesario, cualquier hora de cualquier día puede ser un Año Nuevo - si se trata de un nuevo principio artificial.

Y si se trata de contar los cumpleaños de Jesús, el Año Nuevo tendría que empezar el 25 de diciembre y su número ordinal tendría que ser cuatro años mayor, o seis, o más o menos, que el que se estila, ya que Jesús nació cuatro años, o seis, o más o menos, antes del año deducido y fijado por los Padres de la Iglesia.

En cuanto a nosotros, sigue el milagroso misterio de nunca llegar al punto de decir "y ahora, qué; qué hacer para matar el tiempo". Originalmente, considerábamos una posibilidad real el no saber qué hacer todos esos días. Todos esos días ya han transcurrido, y todavía tenemos qué hacer. Claro que hubo cosas que no esperábamos, y cosas que llevan tiempo.  Por ejemplo:

║║ Tuvimos más conversaciones respecto a lo que se podría llamar arqueología paralela o casera. En ninguno de los tantísimos sitios arqueológicos que visitamos, vimos el entorno arqueológico permear tanto la vida casi cotidiana de tantos lugareños, volverse una arqueología paralela o casera.

Hablamos con, mejo dicho con nosotros habló, lo que en los Andes se llama un huaquero; aquí, aparentemente, no tiene denominación específica a no ser escarbador ya que, por su propia autodescripción, escarba - piezas arqueológicas se entiende, con el mayor sigilo que permite un hoyo en el suelo, se entiende. Nos invitó - no entendimos tanta confianza - a verlo escarbar.  Por retorcidos senderos, fuimos.

Un hoyo. Huesos humanos. Un entierro. Y ... tres familiares del escarbador revolviendo la tierra; con mucha meticulosidad - "puede ser muy pequeño y/o muy frágil lo que se encuentre" - especialmente esas figuritas de barro típicas de Teotihuacan. Mientras estuvimos, todo lo contrario apareció: un tosco y robusto pequeño paralelepípedo de barro con dos cuencas, como para sal y pimienta, o como tintero doble de antaño, y que se nos dijo que era un quemador casero de copal - cuando, durante nuestra revista de las colecciones familiares, alguien nos dijo que una cosa así era un portavela, y cuando, a nosotros, nos parece que no puede ser ni el uno ni el otro, tal vez una lámpara de aceite con mecha flotante; delicias de las incertidumbres arqueológicas.

Aprendimos que cuando se exhuma una vasija, especialmente de cierto tamaño, hay que envolverla de inmediato en algún trapo o prenda durante un rato, para que no truene por el brusco cambio de entorno, para que se acostumbre.

Habló con nosotros otro carácter del mundo arqueológico paralelo. Se presentó como experto en arqueología fina; un rato más tarde, se deslizó a proveedor de arqueología fina; y un rato más tarde, se deslizó a proveedor a algunas >>>>>>>>