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Toltecas, de nombre Tula (que va a ser nuestra próxima meta en nuestra escalada cronológica hacia los Aztecas); y fue recién cuando se descubrió el Tula verdadero que se supo que Teotihuacan era otra cosa.

Y Teotihuacan está dando dolores de cabeza a los habitantes actuales de la comarca. Recién se decretó extender el estatuto arqueológico, o sea público e intocable, del área arqueológico actual alrededor del centro ceremonial a toda la zona circundante, o sea de unos 22 kilómetros cuadrados, a unos 37 kilómetros cuadrados - diferencia ahora poblada en estatuto común - por haberse descubierto que tiene más interés de lo que se creía.

Carteles de protesta proclaman que el pueblo unido nunca permitirá la invasión. Caso espectacular es la prolongación del Eje Ceremonial, de sus aproximados 2 kilómetros actuales, sobre 3 largos kilómetros adicionales por debajo de campos de propiedad privada desde hace cuatro siglos. Y hay núcleos de ruinas más allá de la llanura, en los cerros circundantes.

Observaciones adicionales.

■■ Tuvimos la demostración de cuán cierto es el análisis de la diferencia entre los Mexicanos y los extranjeros, que nos ofrecieron los guardianes, sin tener que volver a Uxmal o Chichén Itzá: en días de semana, cuando no hay Mexicanos, sólo gringos y Europeos, todo limpito, incluso los baños.

■■ Otra vez, los turistas (en manadas) requieren comentario; esta vez, como víctimas: verlos arreados por Teotihuacan en algo de una hora y media, dos horas, cuando un mínimo sería de cinco horas (ni hablar de nuestras 7, más 6, más 6, más 7, más 3, igual a 29 horas); verlos desfilar, al trote, por delante del Zigurat de Quetzalcóatl-Tláloc, con el Sol contra sus ojos, y las esculturas en la sombra, cuando, en otro momento, (ah, pero el momento sacrosanto del almuerzo) la iluminación cambia, no encandila más, y los monstruos se destacan a la maravilla.

■■ Otra vez, los guías; cada cual con su variación o aún interpretación preferida; y, según nos comentó un guardián, a veces un mismo guía cambia su historia de vez en cuando - tal vez para no aburrirse.

■■ Y la plaga de los vendedores ambulantes. Docenas de vendedores en acecho como coyotes para chupar el dinero de quien se aventura en las ruinas. Y no hay manera de evitarlos. Si uno se desvía para evitarlos, ellos también cambian su dirección para interceptar a su víctima. Increíble que se permita semejante atropello. Sí, hay una manera de deshacerse de ellos - no para gente que se queda sólo unas horas, esta gente tiene que sufrir toda la irritación de la cacería mercantil - pero para gente como nosotros: el primer día, apenas nos dimos cuenta de la densidad del asedio, lo que fue en los dos primeros minutos, le mostramos a cada uno y todos nuestro ácido desagrado, y, en un par de horas, tuvimos paz para el resto de la estadía.