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¿Por dónde empezar? Dejando para más tarde el insondable misterio de la larguísima, anchísima, amplísima, avenida, empezamos por lo más cercano. Arriba por la escalinata fuimos.  Y, desde ese momento, vimos lo siguiente.

El muro de 390 metros - con su escalinata de acceso y sus cuatro poliplataformas en hilera, dos de cada lado de la escalinata - resultó tener, visto desde su cresta, desde su lomo, un ancho de no menos de 40 metros, o sea resultó ser más bien una explanada sobre-elevada, yendo de poliplataforma en poliplataforma, y haciendo, al mismo tiempo, de límite frontal a una vasta plaza cuadrada, delimitada, en sus costados laterales, por idénticos muros-explanadas sirviendo de base a otras cuatro poliplataformas cada uno, pero sin escalinata, y, en su costado trasero, por otro muro-explanada, pero con sólo tres poliplataformas en hilera, resultando, por todo ello, la plaza una muy vasta plaza hundida. Todo un amplio ritmo arquitectónico cohesivo; empero con justo el grano de inconspicua variedad para, sin abandonar su sobriedad, evitar ser prosaico, aplastante.

Estas quince poliplataformas periferales exigen un esfuerzo de imaginación para el beneficio y enriquecimiento del propio visitante. Si bien, cada vez cuando enfrentamos, en tantos sitios, una plataforma, una poliplataforma, un zigurat, sin edificio encima, era un interesante esfuerzo tratar de imaginar un fantasma de edificio encima, dándoles sentido a todos esos basamentos o pedestales templarios, aquí, en el caso de estas quince poliplataformas periferales orgánicamente relacionadas, parece imperativo y hasta inevitable conjurar quince fantasmas de edificios para tomar consciencia de la grandeza que debía de radiar este recinto alrededor de lo que sigue.

Dentro de esa plaza hundida, entre sus muros-explanadas y sus quince poliplataformas periferales con, si posible, sus quince imaginados fantasmas de edificios u otras instalaciones ceremoniales, se destaca, elegantemente fuera de centro, un poco hacia atrás, una poliplataforma mayor - pero mayor sólo por su presencia, su volumen, no por algún rasgo de interés. Sin embargo, quien se acerca a investigar, pronto grata recompensa recibe; pronto se da cuenta de que esta aparente poliplataforma mayor es sólo la fachada de una ex-poliplataforma cuyo cuerpo ya no existe, y se da cuenta de que, detrás de esta fachada, se yergue otra poliplataforma, ésta, altamente interesante. Otro caso de edificios anteriormente encamisados, habiendo servido, el viejo, de núcleo al nuevo, y el nuevo, de protección por los siglos de los siglos al viejo; pero, en este caso, ante el único interés de la poliplataforma más vieja, o sea interior, los arqueólogos optaron por destruir parcialmente la poliplataforma exterior, de todos modos estereotipada, para exponer a mejor apreciación el único interés de la poliplataforma antigua, interior. Y de interés es.

De los costados de sus varias plataformas - ahora, cuatro plataformas, originalmente, seis - surgen muchas dramáticas grandes cabezas de dos tipos alternándose.