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Hoy, sí, fue tercer día entre las ruinas.  Mañana, cuarto.

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Hoy no fue cuarto día; por tiempo nublado, cortesía de ola polar desde Canadá. Y bien fresco hace, con escarcha matutina en nuestro vehículo, en esta zona - intertropal, no hay que olvidar. Qué memorias despierta en nosotros el origen de esta ola.

Sin embargo, tuvimos nuestras aventuras de todos modos, puntuando nuestros trabajos varios.

▪ Quisimos mandar una carta. Correo cerrado; y sin horario a la vista. ¿A qué hora abre? - ¿a las 8, a las 8:30, a las 9? - ¿abre hoy? La recurrente mezcla de contrariedad e incredulidad ante la recurrente falta de cortesía y eficiencia.

▪ Quisimos ir a la biblioteca - porque biblioteca hay en este pequeño pueblo. Biblioteca cerrada. Y sin horario a la vista. ¿Cuándo abre? - ¿de mañana, de tarde, de tardecita, nunca? La recurrente mezcla de contrariedad e incredulidad ante la recurrente falta de cortesía y eficiencia.

Por otra parte, por qué seguir amargándose la vida: ¿No hay, en México, muchas tiendas sin rótulo, ni de su nombre ni de lo que vende, de manera, que su nombre nunca se sabe, que su renglón de mercadería se sabe sólo cuando está abierta, y que, cuando está cerrada, ni se sabe si es una tienda?

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Hoy tampoco fue cuarto día entre las ruinas de Teotihuacan. Todavía cuestión de intemperie.

Tuvimos tareas varias interrumpidas por una visita; no de nosotros sino del ex-convento - pero nosotros estábamos en nuestro sitio al lado del claustro - una visita por un grupo de turistas checos, lo último que hubiésemos imaginado.  Vinieron vía Cuba.  Por ellos aprendimos:

1) que la expedición checa aquella todavía está con vida y viajando;
2) que, según ellos, si bien, en Checoslovaquia, las cosas están mal, son >>>paradisíacas en comparación con Cuba;
3) y que Cuba es muy sucia; ellos, de pulcra Europa Central.