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tuvimos que sufrir innumerables veces detrás de camiones y transportes públicos mexicanos, siendo la sola diferencia que las rutas son túneles de gas y la ciudad de México es cámara de gas - por cuanto podremos aguantar unos días en la ciudad así como aguantamos en las carreteras mexicanas.

Y estamos por pernoctar a sólo pocos kilómetros de Teotihuacan, en el pueblo de Acolmán.

P.S. a la contaminación en México - no la ciudad, sino los Estados Unidos. Después de nuestra primera estadía en México, hace tantos años, cuando, en otros países, ocurría que viéramos un caso de vehículo muy ahumador, nuestra reacción automática era: "¿Estamos en México?".

P.S. a la celeridad de los trámites. Más celeridad tuvo la descarada venalidad extorcionista de los policías de Ciudad México, con la misma desvergonzada falsedad que aquellos que nos quisieron extorsionar aquella vez cuando entrábamos a Tenochtitlán detrás de Cortés.

Estos, de hoy, más distinguidos que aquéllos - que andaban a pie - nos pararon con su patrullero cuando habíamos doblado de una avenida a otra - a 25 metros del cruce, con que no habíamos respetado un Pare y que, además, estaba prohibido doblar en dicha intersección, y a ver el registro de manejar. El conductor de la Expedición - seguro de que no había cartel de Pare y seguro de que no solamente no estaba prohibido doblar sino, al contrario, de que había flecha hacia cierto destino doblando, y, además, avivado ya por la experiencia anterior - lejos de acatar la orden y entregar el registro a los atorrantes, les exigió que vinieran a mostrar el tal Pare y la tal prohibición de doblar.

- Somos la autoridad y exigimos el respeto de nuestra palabra. El registro de >>manejar.
- No señor, Usted tiene que mostrarme los carteles primero.
- Somos la autoridad y no tenemos tiempo.  El registro de manejo.
- Entonces voy solo.

Y el conductor de la Expedición fue solo a reconfirmar que no había tales carteles. No los había; al contrario, había la flecha indicando el destino doblando. Empezando su retorno, el conductor se había vuelto vengador y decidido a exigir que todos fueran al comandante de los policías-extorcionistas - pero, para su gran sorpresa, vio que el patrullero se alejaba.

Primero, tuvo aprensión a que los extorcionistas se habían apoderado de la placa del vehículo, sistema favorito de los policías mexicanos - pero no mucha aprensión porque la Expedición tiene una placa de repuesto justo para tal emergencia.

Pero conoció la explicación al regresar al vehículo: la diplómata de la Expedición había decidido, mientras tanto, que nuestro tiempo es demasiado valioso para perderlo con canallas, y había decidido comprobar, de paso, hasta >>>>>>>>