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Una segunda noche aquí, en esta cresta con vistas hundiéndose hacia ambos lados; y mañana, hacia nuestra nueva meta, Malinalco, ... otra arqueología; pero, con el interés de Chalcatzingo, y éste, de Xochicalco, estamos llenos de expectativa.

En otro orden de cosas, desde hace varios días, estamos viendo la combinación curiosísima - porque hasta ahora nunca vista - de grandes flores arbóreas totalmente blancas, y de grandes mariposas totalmente blancas. ¿Por qué esta coincidencia?

Así es este Xochitl Gali Co, este Sitio de la Casa con Flor, Xochicalco.

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Viajando, por un camino que es la resucitación de muchos recuerdos, y muy probablemente el adiós a todos tales caminos: no hay izquierda, no hay derecha; primera, segunda, primera, segunda, baja; polvareda; subidas que casi no se puede vencer porque no se puede obtener el empuje mínimo necesario, por las piedras - a veces, el vehículo parece un caballo apoyándose en sus patas traseras y elevando sus patas delanteras para alcanzar terreno más alto; curvas, cornizas, sinuosidades del camino visibles de una falda a la otra sobre buenas distancias; áspera belleza. Salvo que, aquí, nos toca viajar así sólo unos 40 kilómetros en vez de 400 ó 4.000.

Y ya no estamos en el estado de Morelos.  Pasamos al estado de México.

Malinalco, el pueblo.

Desde las calles del pueblito, se divisa, apenas, sin detalles, el sitio de nuestra próxima meta, muy alto a mitad de altura de un cerro acantilado (como lo son todos, en esta zona). La ascensión amenaza con ser ardua. Es un esfuerzo para mañana; ahora, justo tiempo para cenar y dormir.

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Esta mañana, a ver Malinalco, la ruina.

Visto.

Malinalco tiene un interés intelectual probablemente único en América; un interés histórico probablemente no muy común en América; y un interés de especial significado para nosotros después de la visita de Chalcatzingo; pero, con todo ello, un interés visual peligrosamente cercano a dudoso.