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y van aleatoriamente, en contraste tanto con los mundos radiofónicos que son puro desierto como con los mundos radiofónicos que, si bien son un desierto, ostentan una - rarísima vez más de una - continua baliza de cultura.

Entre los espejismos escuchados: sida; la costumbre de indiferentismo y prepotencia por parte de (ciertos) oficiales públicos en México; Rossini; la costumbre de extorsión por parte de (ciertos) policías en México - de eso, sabemos algo; Musorgski; propia manera de amamantar; etc.

Un programa auspiciado por el Instituto Nacional del Consumidor tiene la atrevida originalidad de nombrar, tanto la tienda que más caro vende, como la tienda que más barato vende, un cierto producto o grupo de productos, y varias tiendas con precios intermedios, con el consiguiente beneficio para los consumidores y, se supone, la consiguiente elación o rabia de las tiendas involucradas.

Un pésimo consejo también escuchamos. ¿Cómo devolver brillo a una olla de aluminio ennegrecida? Consejo: cociendo en ella tomates, porque el ácido de los tomates disuelve la negrura del aluminio. Hasta aquí, perfecto; pero otra cosa el consejo no dice, y con ello se vuelve pésimo: porque quien dice cocer tomates dice comer los tomates, y qué clase de consejo, sino el peor, es hacer tragar a la gente tomates con óxido de aluminio - en vez de especificar claramente "y tirar los tomates después de la limpieza".

Naturalmente, la gente que tiene interés ya sabe que es dañino para la salud jamás usar recipientes de aluminio para cocción de alimentos - que apropiados son el acero inoxidable o el hierro fundido.

Incidentalmente - así como ocurre, curiosamente, también en todas partes - múltiples fueron los consejos para evitar el sida, pero ninguno cómo evitar el cáncer; sólo se entafizó la necesidad de una permanente alarma detectora temprana de éste.

Claro, qué catástrofe económica sería, según nos dijo, una vez, un ¿cínico - lúcido? si todo el mundo dejara de comprar refrescos nocivos (que sería casi todos), cigarrillos (que sería todos), cualquier comida con cualquier asomo de colorante artificial, de sabor artificial, de glutamate, de estabilizante, emulsificante, conservante como nitratos y nitritos, y otros, etc., (que sería casi todas las comidas preparadas), receptores de televisión a color, hornos de micro-ondas, etc., y si mucha gente dejara de necesitar la multi-millonaria industria de cirugía del cáncer; mientras que la prevención del sida nada resta a ningún interés económico establecido, al contrario, promueve la venta de aquellos aparatitos de goma íntimos.

Claro, con otro cinismo y otra lucidez, se podría decir que poco importa ya que, de todos modos, la mayoría de la gente es esclava irredimible de sus costumbres y nada cambiará a nada por más evidencia de su autodestrucción que se le dé.