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Visto. Otro macizo núcleo iglesia-monasterio colonial; pero, aun con el preaviso visual desde la lejanía, al ingresar al templo, uno se siente chupado hacia las alturas de las múltiples nervaduras ojivales de la bóveda, ahí muy arriba, fuera de alcance; algo que nunca vimos en lo colonial auténtico en América y - en relación directa - asombroso. Sin embargo, no hay grandes ventanales para vitrales como hay en Europa; hay aperturas para aire y luz, sólo en el último quinto superior de la altura; todo lo demás es muro macizo - muy macizo, y con corpulentos arcos botaretes externos para mayor estabilidad.

El interior del templo está medio abandonado, pero con indicios de que quizás haya planes, o por lo menos deseos, de salvarlo. Los adornos que quedan, están envueltos en plásticos, incluso el órgano - con sus tubos arreglados en un conjunto visualmente estético como hemos visto raras veces.

Aquí mismo, que es Yanhuitlán, vamos a pernoctar - otra plaza de lujosa arboleda en un pueblo somnolento.

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Esta mañana, tragando kilómetros torcidos.

Notable, la soledad por la cual estamos pasando; también, nos preguntamos, quién podría vivir en esta aridez - por otra parte ¿no es una bendición que nadie haya encontrado todavía una manera de sacarle provecho, dejándola, así, como bolsa de aire puro entre zonas contaminadas?

Tamazulapan. Otra iglesia de antaño, fuera de proporción, en tamaño y en prestancia, con el prosaísmo decaído de su entorno de hoy; estado, muy precario pero en refacción.

+ Por fuera, la fachada, ya blanqueada con cal - incluyendo las estatuas - las que ahora, así, parecen lívidos espectros fijados en inanimación.
+ Adentro, eso sí, con alta tecnología en su sistema de campanitas para el altar. Bien sabido es que, cuanto más bullicio, mejor; por lo que dos campanas es mejor que una; y tres, mejor que dos; y cuatro, mejor que tres. Pero también es bien sabido que, cuan to menos esfuerzo, mejor. ¿Cómo lograr, pues, alegría como de ocho campanas con sólo una fracción de esfuerzo? Colocando pues ocho campanas en el contorno de una rueda vertical en un eje desde la pared, y haciéndola girar con una soga. ¿Astuto, no cierto? Naturalmente, la otra gran ventaja, a más del chispeo de sonido, es la variedad de sonido, ya que se puede mezclar hasta tantos timbres y tantas alturas cuantas campanitas hay.

Huajuapan (más completamente, de León). Unica razón para mencionarlo: en la cresta de una loma a su orilla, se va haciendo excavaciones arqueológicas. >>>>>>>>