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Como se podía anticipar, aunque esperábamos en contrario, la carretera es un túnel de humo de escapes del cual no hay salvación. Es increíble, patógeno garantido, y criminal.

800 metros.

600.

500.

400.

Pasado el pueblo de Escuintla - por donde ya cruzamos durante nuestra primera travesía de Guatemala, tantos años ha - pueblo por tamaño, seguro que ciudad para sus habitantes, pero villorrio por su carácter, a pesar de ser, según ya notado, centro de una rica zona agraria.

Se niveló, si bien no se aplanó, la topografía.

Cultivos de caña de azúcar, arroz, algodón, soja.

Pero tenemos que estar bajando todavía, aunque imperceptiblemente al ojo: el altímetro marca 300 metros.

Se ve que ésta es zona de antigua selva: siempre los árboles testigos; según aprendimos su significado en Panamá.

Pueblo de Santa Lucía Cotzumalguapa; por donde también ya pasamos, camino desde el sitio La Democracia al sitio El Baúl, durante nuestra primera travesía de Guatemala.

Como ya sabemos por la experiencia anterior, zona de arqueología desparramada; ningún sitio delimitado y estructurado; más bien un salpicado de piedras diversamente talladas y grabadas, diseminado por varias fincas. Se nos informó de una finca con dos piezas especialmente interesantes.  Veamos.

Aquí estamos; totalmente confundidos; estas dos piezas - un relieve ilustrando dos jugadores de pelota disfrazados de tigres, y una estatua de bulto de un felino - las vimos, creemos haberlas visto, sí, las vimos, en El Baúl, cuatro años y medio atrás.  ¿Cómo puede ser? - No puede ser.

De todos modos, es casi de noche.  Mañana veremos.

Durante la cena, por radio (ondas cortas, naturalmente): la opereta política de México todavía sigue sin resolver; esperamos que no saldrá a las calles durante nuestra visita.

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