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Esta programación, otra iniciativa que - junto con el alfabeto completo en casi cada página de la guía telefónica - podría ser imitada con mucho provecho en muchas otras ciudades, de muchos países.

Otro aspecto curioso - muy curioso - de esta emisora es el tipo ciertamente inhabitual de anunciadores; entre ellos: la Cruz Roja, el Ministerio de Hacienda, el Ministerio de Cultura, un Jardín del Recuerdo (entiéndase un cementerio), el Banco Central de Reserva.

Aun entre anunciadores más normales, hay detalles de anomalía: seguros colectivos para dependientes de empresas; una máquina de escribir, electrónica, "la mejor y de más venta en la Tierra" pero de marca abismalmente desconocida, por lo menos por nosotros.

Mañana, hacia nuevos horizontes. Esperamos que nuestro viajar, de aquí hasta, eventualmente, la frontera con Guatemala, será tan libre de encuentros inoportunos como lo fue de la frontera hondureña a este San Salvador, si bien las noticias que se escucha cada día causan un poco de aprensión.

No, no vamos a viajar mañana; ni pasado; ni pasado. No por un cambio de circunstancias sino por un cambio en nuestra percepción de las circunstancias.

Siempre supimos que estamos en una semana de parálisis de San Salvador, en la semana de la "Bajada del Salvador del Mundo", sus fiestas patronales. Desde el lunes, día a día, la parálisis se fue agudizando; estamos a jueves, y en parálisis total; parálisis que se derretirá recién el lunes venidero. No nos molestaba tal parálisis; que la gente se dedique a sus celebraciones religiosas; pero recién aprendimos que éstas también - como tantas otras - más que religiosas son paganas, un pretexto para borracheras, fanfarronadas, descuidos, éxodo a las playas - justamente por la ruta que nosotros queremos seguir.

De nada sirve precaverse de la guerrilla si es para tropezar con un borracho. Hasta el lunes, pues, nos quedaremos quietos.

Hace un rato, de noche ya, se escuchó una fuerte explosión y, a intervalos de algunos minutos, tres o cuatro más, igualmente fuertes. Nos preguntamos, con cada una, si era parte de los festejos o de la guerrilla.

Al rato, apareció, alto en el cielo, una violenta luz casi sin movimiento, iluminando refulgentemente la orilla poniente de la ciudad y las laderas de la sierra adyacente. Nos preguntamos si era parte de los festejos o de la guerrilla. Cuando se apagó, perforó las tinieblas otra, igual. Inquirimos. Enfrentamiento entre guerrilleros atacando las torres de comunicación en la cresta de la sierra y el ejército defendiéndolas.

Pobre gente.  Vivir así.  Por maniganzas externas a su mundo.