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Lamentablemente, es necesario mencionar que algunas de las leyendas en el pequeño museo de sitio adolecen, dentro de su prolija ejecución física, de analfabetismo, ilustrado condensadamente por dos casos en una sola palabra: "aunque ninguna de las piezas parescan".

En contraste con este analfabetismo imperdonable, ejemplos de analfabetismo perdonable vistos en Aguilares, entre las casuchas precarias:
1) (garabateado en chapa de metal medio herrumbrado) "bendo piedra",
2) (garabateado en llanta arruinada) "reparo yantas".

Estas ruinas de San Andrés tienen por vecino un sitio donde se encontró aun menos en términos de arquitectura, pero dos cosas de alto interés: un campo surcado - o sea, si uno se anima a expresarlo así - arado, en contraste con la técnica de plantación por hoyos y semillas individuales; y una parte de un siempre valiosísimo libro paraborigen auténtico pre-invasión europea, protegido de la barbarie europea por una capa de cuatro metros de ceniza volcánica; probablemente ahora nomenclaturado como Códice de Cerén - que es el nombre del sitio.

Camino a San Salvador, pasando por una ciudad cuyo nombre tendría que ser de interés para todos los pianistas, organistas, clavicordistas, clavicembalistas en todas sus variedades, tal vez también acordeonistas, porque es Santa Tecla. Otro nombre, a elegir, si éste no place: Nueva San Salvador.

\SS/ Llegamos. San Salvador. La capital - a diferencia del Departamento de >>>>>>mismo nombre, y del volcán de mismo nombre.

Campo armado; no sólo militares armados, también particulares armados. Hm. ¿Dónde vamos a pernoctar?

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Quince días más tarde.

Increíble. Al cruzar desde Honduras, no sabíamos cuánto tiempo nos iríamos a quedar en El Salvador, pero nunca hubiésemos soñado que nada más que en San Salvador serían quince días como los que acaban de pasar.

El día de llegada, cuando reconocíamos la ciudad (¿dónde hay supermercados - dónde vamos a dormir - dónde está el Museo Nacional - dónde vamos a dormir - dónde se puede cambiar dinero - dónde vamos a dormir en este ambiente, de siniestra incertidumbre de violencia, de tantos dedos sobre tantos gatillos, el peor que jamás vimos en esta Expedición?), nos guió una mano de arriba en la solución del problema más apremiante, el dormitorio - y ¡qué solución!