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diagonalmente o escamoteadas, por los parantes, tirantes, andamios y propios techos de los susodichos tingladitos de protección.

Para quien, como nosotros, estuvo en Copán antes de venir a Quiriguá, la primera y espontánea reacción al primer vistazo de Quiriguá es gritar "Copán": los mismos personajes de divinidad o nobleza surasiática; y no como excepción sino como presencia substancial.

En Quiriguá, las esculturas se presentan en tres versiones: las hay verticales, en piedras paralelepipédicas como pilares; las hay agazapadas, en piedras sin forma hasta cuando el artista vio en ellas una forma según su fantasía; y las hay horizontales, en piedras chatas, sin periferia precisa.

QQ Las esculturas verticales tienen sus tallados separados temáticamente entre sus cuatro faces.

> Las dos faces principales ostentan, cada una, habitualmente, un solo personaje importante; son éstos los personajes de divinidad o nobleza tipo surasiático.

Ninguna semejanza tienen estas caras con las caras mayas arquetípicas de todos los demás sitios mayas - salvo Copán - por dos razones: primero, porque las caras de Quiriguá son todas de frente, las arquetípicas de los demás sitios son todas de perfil; y segundo, porque es inconcebible que semejante frente de cara corresponda a semejante perfil, y viceversa; incluso, cuando se mira estas esculturas esculpidas "de frente", por su perfil, este perfil nada tiene en común con el perfil arquetipo "maya" de los demás sitios.

Cabe observar, además, que estas divergencias no guardan relación con la distinción entre el Imperio Viejo (pre-900 d.C., floreciendo en el sur) y el Imperio Nuevo (pos-900 d.C., floreciendo en el norte), porque Quiriguá, si bien es parte, es sólo pequeña parte, del Imperio Viejo; y todas estas observaciones respecto a Quiriguá son también válidas para Copán. Por lo tanto, Copán y Quiriguá, en una bolsa; todo lo demás, que sea el resto del Imperio Viejo o el Imperio Nuevo, en otra bolsa.

O quizás podría haber tres bolsas: una, para Quiriguá y Copán; una, para el resto del Imperio Viejo; una, para el Imperio Nuevo. Con una diminuta, solitaria, notable, excepción: una estela en Tical, tallada tan hondamente en tan alto relieve que casi deja de ser una lápida y casi parece una estatua, sin terminar por atrás.

Hm. Ya que nos deslizamos en el lapsus linguae de las expresiones Imperio Viejo e Imperio Nuevo, de inmediato tenemos que purgar tal desliz preguntando: ¿cómo puede haber un imperio, viejo o nuevo, sin emperador, sin autoridad imperial central imponiéndose a su entorno, como fue el caso de los incas, según vimos en el Tahuantinsuyo, cuando, entre los Mayas, según creemos estar >>>>>>>>