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Por radio, sintonizamos una emisora de San Salvador. Sólo para enterarnos, directamente de la fuente, de un incremento de la actividad guerrillera contra el suministro eléctrico. También, tropezamos, efímeramente - 15/30 segundos - con el anuncio y los primeros compases de música coral checa ... el anuncio, en inglés. ¿De dónde puede haber sido? De Belice, se esperaría un acento británico; este acento no era británico.

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Hoy, nos despertamos con una nueva máxima de mínima nocturna: 29 grados.

Y ahora, hacia la ciudad de Chetumal y la frontera con Belice - pero todavía no Belice.

Pasando por Chan Santa Cruz. Una aparentemente conciliatoria mezcla de idioma maya y de idioma castellano. Pequeña Santa Cruz. Pero, en realidad, foco de rebelión maya contra la invasión española durante 50 años, de 1851 a 1901. Sin duda, conectado con el asalto de las tropas mexicanas a Tulum. Ahora, más conocido como Felipe Carrillo Puerto.

Estamos también a la latitud del sitio aislado en la costa donde se encontró el ya referido chacmol. Es una ubicación bien extraña para semejante tipo de estatua. Hacia nuestra izquierda, hay un ancho de 40 kilómetros de bañados, hasta la línea general de la costa; luego, hay un promontorio de 20 kilómetros mar afuera, con sus extra 20 kilómetros de bañados; en la punta del promontorio, aun más mar afuera, hay una lengua de tierra; y ahí, entre la infinidad del mar y 60 kilómetros de bañados, hubo un asentamiento suficientemente sofisticado para necesitar y producir un chacmol. No hay que olvidar que el único otro lugar donde se encontró chacmoles es Chichén Itzá. Bien curioso.

Desde Tulum, los matorrales estuvieron adquiriendo más savia, hasta transformarse en una mini-selva; y ahora, a 120 kilómetros, estamos reviviendo, en escala reducida, la selva amazónica: la tupidez del bosque; la delgadez de la gran mayoría de los troncos; la maraña de ramas, troncos y lianas; los pocos árboles - muy contados, aquí - suficientemente corpulentos y altos - si bien ni remotamente tanto como en el Brasil - para elevarse por encima del mar verde; las parcelas quemadas, y puestas en cultivo por entre los restos de troncos semi-calcinados; las parcelas quemadas, pero siendo recobradas, en mayor o menor grado, por la vegetación; todo, como en el Brasil, a escala reducida; sólo falta los verdaderos gigantes y las tremendas marañas de agua y selva.

Hace varios días, si no semanas, que queríamos mencionar que, por acá, las rutas, si bien con sus defectos, son buenas en comparación con las rutas del norte de México que tuvimos que sufrir.