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espectáculo: en espacio tan limitado, turistas en una docena de rebaños, a razón de quizás cuarenta cabezas por rebaño, codeándose, entrecruzándose; y su docena de guías; cada guía, armado de algún banderil distintivo, a veces flameando alto por encima de la cabeza como bandera en campo de batalla, tratando frenéticamente de mantener su rebaño respectivo en cohesión y separado de los demás. Algo como los gentíos de Palenque, Uxmal, Chichén Itzá, todos en uno, y todavía un poco más, apretujados en diminuto Tulum; con una permanente renovación de rebaños, los primeros yéndose, otros viniendo. Totalmente increíble.



¿Times Square?  no ¡Tulum!

Todo, no porque así se lo merezca Tulum por encima de todos los demás sitios arqueológicos, sino porque así es la publicidad, porque así lo decidieron los estrategas propagandísticos de Cancún. El poder de la propaganda. Y de las agencias de viaje.  Una vista de no creer.  Y el 98/oo, Vespuccianos.

Parece la confirmación de lo que nos comentara, una vez, alguien: los Europeos buscan cultura, los Vespuccianos buscan playas - y cuando se puede combinar la playa con un aura de intelectualismo (Tulum está a orilla del mar), es lo ideal. En otras palabras, encontramos el Machu Pijrchu de América septentrional: ir a mirar las ruinas pero admirar el paisaje. Y se nos informó que estamos en la época baja.



Tulum, el paisaje

Con todo, navegando entre oleadas de turistas, visitamos Tulum. Las observaciones, mañana.

En otro orden de cosas, podemos certificar que, en estos bari-intertropos - los, para tanta gente, únicos famosos trópicos, evidentemente tórridos - con calores mínimos nocturnos de 27/28 grados, hay agua congelada naturalmente. Eso lo vimos y sentimos nosotros mismos, aquí mismo en Tulum, agua congelada naturalmente, con su blancura, dureza, frío. ¿Cómo? Cuestión de inteligente deducción.  O de inspiración caída del cielo.

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Tulum, para quien llega por barco de crucero, vuelo colectivo, o sea sin haber visto otra cosa, de todo tiene: piedras desparramadas, fundaciones, plataformas, escalinatas, columnas, capiteles, edificios, murales, figuras de estuco, serpientes a todas las recetas (en piedra, en estuco, en dibujo); incluso el infaltable "castillo" que no es castillo sino un pedestal con su templete encima; incluso un poco de maya, un poco de tolteca; pero, en conjunto, con la excepción de lo depurado de un metro cuadrado de dibujos murales, no alcanza más que un nivel didáctico, en base a materiales mediocres, en factura y en conservación - ciertamente nada que justifique la histeria turística, cuando hay tantos otros lugares con mejores piedras desparramadas, mejores fundaciones, mejores todo lo enumerado.