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Esta mañana, no vamos a salir antes de volver al taller de electricidad - que fue una de las tareas varias de días pasados. El voltímetro había empezado a actuar de manera irracional. Hicimos revisar el sistema de carga y se nos aseguró que todo está en orden. Muy bien. ¿Quién va a discutir con buenas nuevas? Pero, ahora, la perspectiva de encontrarnos en lugares apartados con un voltímetro reflejando antojos ya sea propios o de otro componente del sistema, refrescó nuestra racionalidad: la realidad es que el voltímetro no actúa racionalmente, y así no se puede arriesgar lugares apartados.

Fuimos. Otra revisación. Mismo veredicto. El sistema funciona bien; pero el voltímetro no quiere entender razón - actúa irracionalmente. Por otra parte, ¿qué podría solucionar el electricista si, según él, nada hay para solucionar? De todos modos, en el peor de los casos, tenemos de repuesto un alternador con su regulador de voltaje integrado nuevos.

Pero, mientras estábamos tratando de solucionar, o por lo menos de conformarnos con, esta incertidumbre, se nos acumuló otra incertidumbre: un drástico cambio de tiempo, fuertes ráfagas de viento, torbellinos de tierra, nubosidad. ¿Qué significado tiene, después de tantos días de Sol estable? - ¿Qué esperar, mañana, para la visita de Chichén Itzá y, a más largo alcance, para el cruce del Petén? Lo malo, por aquí, es que uno se entera del pronóstico del tiempo en Canadá, aunque no lo quiera, como nos ocurrió anoche, pero no se entera de su propio futuro, aunque lo necesite.

Lo único cierto, desde las 14, es que el calor va bajando; se quebró la mayor duración de mayores calores de la Expedición. En el Brasil, los calores oscilaban entre 35 y 39 grados; aquí, en estas últimas semanas, hasta ahora mismo, estaban oscilando alrededor de 40 grados - hace media hora, el calor estaba en 42 grados a la sombra.

Ay, qué frío se puso. Realmente, se siente el aire en la piel como algún elemento extraño: hay sólo 30 grados; la ambitura perfecta. Por pronóstico callejero de los Meridanos, ya que pronósticos radiofónicos son inobtenibles, no va a llover; al contrario, es sólo una turbulencia muy pasajera.

Incidentalmente, por lluvias, los Meridanos no se hacen muchos problemas. Lluvias en exceso, las aguantan. Para casos de extrema sequía, tienen sus recursos. Son realmente, en el sentido etimológico antiguo, Emeritenses. Leemos en la prensa - no algún boletín local sino prensa internacional, abreviando la noticia: