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Villahermosa.

Perfecta coincidencia. Llegamos con sólo tiempo para pernoctar, y nos encontramos un buen dormitorio sin buscarlo, por donde pasábamos, a corta distancia de nuestra meta - el museo-parque de La Venta - en el medio de unas manzanas todavía baldías de un barrio distinguido, y con un puesto de policía a cien metros del otro lado de uno de los baldíos; perfecto para varias noches - que las vamos a necesitar, porque, en Villahermosa, hay también otro museo de arqueología, y nos esperan muchas tareas varias, especialmente una buena puesta al día de las transcripciones.

Tenemos un recelo anticipado de este museo-"parque" de La Venta porque eso huele a algún césped manicurado no a tono con las esculturas - ah, pero, en este mismo instante, en superposición con nuestro recelo del césped manicurado (evidentemente en desventajosa comparación con un ambiente selvático), se nos impuso la obvia idea de ¿quién sabe en qué ambiente estaban colocadas estas esculturas en su utilización original olmeca, cuando eran partes vivas de una sociedad viva?; probablemente, a juzgar por las tendencias humanas de hoy, estaban colocadas en lugares manicurados y no selváticos.  ¿Entonces?

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Hoy, visto el museo-parque - que, felizmente para nuestro gusto, resultó ser un museo-"bosque". Una presentación, en realidad, no diferente del rincón de selva con piezas arqueológicas expuestas a lo largo de una senda que vimos en Colombia; curiosamente, recién en la presente oportunidad, y no en Colombia (somos lentos de la cabeza), se nos ocurrió que los museos en general tendrían que inspirarse de los zoológicos modernos, presentando sus piezas, no enjauladas sino en un ambiente que les sea natural.

En este museo-bosque, no sólo hay plantas silvestres, también hay algunos animales silvestres en libertad. Muchas plantas están provistas, muy discretamente, de su identificación, por lo que también se trata de un museo botánico.

Las piezas arqueológicas, para no destruir su presentación selvática, no tienen descripción alguna, sólo un muy discreto número correlacionándolas con una guía impresa; y no hay flechas guiando por los senderos; demasiado prosaico y moderno; hay, en el suelo, huellas artificiales de pie descalzo apuntando en la dirección a tomar.

Hay piezas, desde muy interesantes a muy nada.

No podía faltar un par de cabezas colosales, pero son solamente regulares; las cabezas de alto arte son las de Xalapa.