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- ¿Y por qué no regresar aquí los originales, lo que parecería sólo lo justo, > >y dejar las réplicas en Villahermosa?
- Por la lluvia ácida y otras emanaciones de todas esas instalaciones >>petroleras alrededor. Los originales se arruinarían; las copias también se >>van a arruinar, pero, por lo menos, se puede hacer otras.

Hablando de esculturas, aumenta la admiración que se merecen su arte, su tamaño, su peso, el tomar consciencia de que el basalto tuvo que ser traído la gran distancia - unos 130 kilómetros a vuelo de pájaro - desde el volcán San Martín, justamente en la vecindad de Tres Zapotes. ¿Lo habrán traído quizás por mar y río?

Y lo mismo valdría para San Lorenzo.

Sin nada más que ver en este famoso La Venta, ¿qué otra cosa, pues, que viajar a Villahermosa en procura de todo aquello que ya no está aquí?

Pero se nos va a presentar una dificultad, aunque sólo sea una dificultad teórica. Entre aquí y Villahermosa, hay otro sitio arqueológico, Comalcalco, que deseamos visitar, pero dicho sitio es maya, por lo que va a haber un hiato en nuestra concatenación olmeca. Pero qué culpa tienen los Olmecas o qué culpa tenemos nosotros de que a alguien se le haya ocurrido, quizás con justificadas razones, desterrar restos olmecas de su propio territorio y llevarlos a tierras mayas.

Así que, primero, hacia Comalcalco y nuestro primer contacto con la gran civilización maya; y luego terminaremos con los Olmecas.

Comalcalco.

Tiempo insuficiente para terminar hoy; mañana, terminaremos. Vamos a pernoctar a la orilla misma del sitio arqueológico, a la sombra - bueno, de noche sombra no habrá - al lado de un huerto de cacaoteros; vecinos nada desdeñables, por su historia y su nobleza, según ya aprendimos en su oportunidad.

Estamos, en realidad, en la cuna mundial del cacao; aquí, empezó el cacao. Ya antes de la invasión por los Españoles, rendía esta zona una gran producción de cacao, con nada menos que cuatro cosechas al año.



El cacaotal, hoy

Y el cacao no era una golosina dispensable para satisfacer los antojos de cada cual; era una moneda.

Era una moneda tan valiosa que servía para pagar a los Aztecas los impuestos de las zonas cacaoteras por ellos subyugadas. También servía de moneda entre los paraborígenes. Había otras "monedas", pero el cacao era el "oro" - y se sabe que el oro metálico no servía de moneda.