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Esta mañana, se rompió el cierre relámpago de una campera. Consecuencia: la costurera de la Expedición se pasó una hora tratando de arreglarlo, hasta convencerse de que es insalvable. Consecuencia: habrá que colocar otro cierre que, felizmente, tenemos de repuesto. Consecuencia: serán varias horas de costura a mano. Consecuencia: agregaremos otros trabajos varios, y nos quedaremos aquí hasta mañana.

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Esta mañana, alejándonos de Valsequillo, no podemos no tornar nuevamente nuestro pensamiento y nuestro aprecio hacia una singularidad en el medio de la aridez, la singularidad en el medio de esta aridez, de una estatua, en realidad un monumental grupo escultórico de tres personajes varias veces mayores que tamaño natural, en esta aridez, - y no, no de algunos potentados - de tres trabajadores manuales, un hombre y dos mujeres, todo ello, para solemnizar un pequeño dique, un dique de juguete se podría decir, que, hoy en día, embalsa el arroyo a la entrada de su cañón, de manera que el grupo escultórico es tan, si no más, notable que el dique, todo ello, en un lugar apartado donde sólo algunos lugareños van y vienen, cuando dicho grupo escultórico podría ser el punto focal de mil y un pueblos o ciudades en ciertos otros países.


¿Por qué en lugar tan apartado?

A pesar de la secreta expectativa - considerando a donde vamos - de alguna vegetación, sigue la aridez. Y, peor que la aridez, qué fea es la tierra, gris, lívida; parece que ni con agua tendría salvación.

Lo que sí florece de manera increíblemente exuberante, más allá de cualquier explicación y perdón, son los infinitos basurales a ambos lados de la ruta. Después de la corta ilusión, en los primeros días en el noreste de México - que quizás la vergüenza de basurales kilométricos es vergüenza exclusiva de la mitad occidental de México - pronto tuvimos que aceptar la evidencia de que, de este lado, es la misma vergüenza; y, en este momento, estamos en un apogeo, o sería más apto decir, abismo, de la misma vergüenza - mientras, inexplicablemente, siguen luciendo, el grupo escultórico en el medio de su aridez, y mil y una otras expresiones artísticas por todo México, en una dualidad, como seguramente ya dicho, para psicoanalizar.

La otra gran desgracia, los escapes libres, aquí también impera. Recién estuvimos trancados detrás de un camión reptando por una subida, sin poder >>>>>>>>