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♦ Hay un disco de piedra con una perforación por su centro, como una piedra de moler, pero que, parado y provisto de un eje, sería una rueda indudable. Preguntamos si, a pesar de haber sido encontrado en las ruinas, no podría ser español; se nos aseguró que es pre-cortesino.

♦ Hay dos husos de piedra, bastante grandes y pesados, provistos de canaletas isométricas longitudinales como para rodarlos y hacer marcas a intervalos regulares.

Fue en este ambiente, pues, alrededor de esta muy extensa plaza central de una ciudad de unos 30.000 habitantes, que Cortés se consiguió el estímulo de un aliado contra la incógnita de los Aztecas. Claro, la cosa no fue tan fácil como suena.

Resulta que los Españoles se encontraron con que los Totonacas tenían la costumbre de sacrificar humanos por arranque del corazón vivo de las víctimas (el mismo ritual, según los Españoles iban a descubrir más tarde, que entre los Aztecas); y se encontraron con que un tal sacrificio estaba por celebrarse. Los Españoles - por otra parte perfectamente acostumbrados a matar ferozmente a sus prójimos en docenas de maneras, desde la hoguera hasta la estrangulación - se rebelaron con violencia teatral contra esta manera para ellos inhabitual de matar, destruyendo las estatuas de los dioses del templo mayor de los Totonacas, lo que, naturalmente, transformó al instante el fresquito entendimiento de alianza entre los Totonacas y Cortés contra Motecuhzoma/Moctezuma en un estado de guerra entre los Totonacas y Cortés.

Fue sólo luego que las cosas se remendaron.

La plataforma del templo de la violencia todavía está.

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Entonces, todavía sin contestación del emperador azteca, pero con su nueva alianza asegurada, Cortés decidió fundar un poblado; lo fundó a unos 30 kilómetros al norte de aquí, de Cempoala, sobre una buena bahía, cerca de la aldea totonaca de Quiahuiztlán - o Quiavistlán, poco importa.

Ahora, la cuestión para nosotros es si podemos encontrar los vestigios, o por lo menos los sitios, de estos dos asentamientos, totonaca y cortesino, o por lo menos uno.

Hacia el norte, aproximadamente 25/40 kilómetros pues, vamos.

A 35 kilómetros de Cempoala. Suerte I, suerte II. Sabemos dónde están ambos sitios; a un par de kilómetros uno del otro; uno, en una loma cerca de la bahía, el otro, en la cresta de una sierra algo más retirada del mar.

A confirmar los datos, visitando los sitios.

Honor al más antiguo, al autóctono.  Arriba, hacia la cresta.