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Los Huastecas tenían tejeduría de gran renombre pero la perdieron por completo.  Y sus edificaciones ya no son redondas sino angulares.

El tipo físico de los Huastecas de hoy, representado por fotografías en el museo, hace pensar en las famosas cabezas olmecas: nariz achatada, labios muy gruesos y marcados.

Sin embargo, muchas de las figuritas de barro de origen arqueológico en el museo no presentan estos rasgos.

Hablando de pertenencias del museo, son pocas, pero (y sorprendentemente) abarcan desde lo más primitivo, como ser conchas como instrumentos, hasta lo bastante refinado. Con los relámpagos aniquiladores, ajusticiadores, de dogmas, en renglón aparte.

Vimos en particular:

Una estatua apodada "El Adolescente". Es, a la vez, rígida y elegante; con el cuerpo, rectangular, alargado; con finos y meticulosos grabados que, opinan los arqueólogos, son algunos jeroglifos; estos grabados, distribuidos asimétricamente en el cuerpo: mitad derecha del cuerpo, con inscripciones, salvo el omóplato, sin grabados; mitad izquierda, sin inscripciones, salvo el hombro y el omóplato, con grabados; también, en la espalda, una otra figura, tipo rana, salvo que se quiera ver en ella a un niño.

Un muñeco tallado en hueso, con sus brazos y piernas articulados.


     
                 El "Adolescente"                                                           El muñeco articulado

Un rodillo con motivos tallados, como rollo de imprenta para decorar cosas y cuerpos; el mismo sistema exactamente de imprenta rotativa que vimos en Ecuador, si no nos equivocamos. Además, este rodillo tiene una perforación céntrica longitudinal como para enchufarle un eje.

Indumentaria, también desde lo muy primitivo a lo bastante fino, desde lo desnudo, apenas con un taparrabo o una faldilla, hasta lo muy vestido, incluyendo tocados.

Y ¿qué tal un collar de asfalto, o sea de cuentas fabricadas de petróleo endurecido y resecado por la intemperie?

También aprendimos, que los Huastecas, por lo menos en ciertas épocas, achataban las cabezas de los niños, y por lo tanto de los futuros adultos; que se aguzaban los dientes o los pintaban de negro; que, a veces, se teñían el cabello de amarillo o de colorado; que una especialidad suya era representar personajes a la vez en vida, de un lado, y muertos, del otro lado, de una misma obra.

En cuanto a los objetos ajusticiadores de dogmas, la cosa es así. El dogma es que los paraborígenes precolonenses no conocían la rueda. Los objetos que, en este museo, ponen en ridículo tal dogma son figuritas en terracota de cuadrúpedos - un chanchito bien regordete, un perro tipo salchicha, un caimán >>>>>>>>