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Y el acero inoxidable no es un material ideal; resulta que contiene níquel que puede contaminar las rocas y que, por lo tanto, hay que tomar en cuenta en los análisis.

Además, el acero inoxidable, cuando nuevo, también tiene otro problema; por su fabricación, contiene vestigios de plomo, por lo que instrumentos de acero inoxidable nuevos obligadamente reciben, primero, su baño de ácido.

Plástico, como envoltorio, presenta un problema de contaminación similar; plástico contiene carbono, hidrógeno y flúor; por lo tanto, las muestras en las cuales se analizará estos tres elementos no pueden embalarse en plástico sino sólo en aluminio o acero inoxidable.

Además, como si todo ello fuera poco, el aire del laboratorio, aislado y separado como está del nitrógeno de los gabinetes, está, sin embargo, filtrado de cualquier impureza en suspensión mayor de 0,5 micrones; y, si bien está subpresurizado en relación con el nitrógeno, está levemente sobrepresurizado en relación con el corredor externo para imposibilitar la infiltración de aire no puro desde el exterior; en total, un triple nivel de presiones.

Naturalmente, también se experimentó con rocas lunares en contacto con el ambiente y elementos terrestres, pero siempre en condiciones controladas y tan poco como se pudo, porque, después de tal contacto y contaminación, ya no son verdaderamente rocas lunares.

Naturalmente, de los científicos, nada se ve, vestidos como están, de guardapolvo, guantes, cubre-cabello, cubre-zapatos, todo blanco, como cirujanos en sala de operación.

En cuanto a limpieza en general, el jabón y el agua es lo más ordinario pero, luego, sigue limpieza con alcohol, y finalmente limpieza con extremadamente puro freón.  ¡Vaya precauciones!

Cuando se está por cortar una roca, primero, se hace un duplicado exactísimo en plástico a escala real de la roca. Cada vez que se hace un corte en la roca verdadera, se hace el mismito corte en el modelo de plástico, de manera a saber, en el futuro, exactamente cómo combinan los varios pedazos separados.

Se recortó, de las rocas originales, unas 80.000 sub-muestras, en su mayoría analizadas aquí mismo, si bien una cantidad fue distribuida a científicos en otros países. Todo, cuidando economizar un máximo de las rocas - incluso conservando el polvo resultando del corte - para tener un máximo de muestras lunares todavía prístinas en el futuro cuando, muy posiblemente, se presenten nuevas ideas de experimentos o nuevas maneras de manejar los experimentos.

Las rocas lunares son tan valiosas que, entre las "rocas" en exposición permanente, sólo unas pocas son verdaderas y originales, siendo la mayoría sólo una reproducción artificial.