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Bandera  4 -
De la Inglaterra de 1763, por la cesión por Francia a Inglaterra de sus otros territorios en Luisiana: al este del Mísisipi y al norte de la isla de Orleans.

Bandera  5 -
De la Francia consular de 1800, por el retorno (secreto, naturalmente), por España a Francia, de los susodichos territorios - por resultarle a España esos territorios una responsabilidad económica y una dificultad estratégica.

Bandera  6 -
De la Vespuccia de 1803, con sólo 15 estrellas, por venta por la Francia imperial de Napoleón Bonaparte.

Bandera  7 -
De la República de Florida Occidental de 1810 - solamente en el territorio a la sazón todavía español de las parroquias llamadas floridianas de Luisiana. Esta bandera, por la treta habitual de los Vespuccianos (ver Texas y Hawai) de aumentar sus números como residentes extranjeros, y eventualmente, con cualquier pretexto, derrocar el gobierno legítimo.

Bandera  8 -
Del nuevo estado vespucciano de Luisiana de 1812.

Bandera  9 - Dos ópticas.
•  Según la información recogida: de la Confederación Sureña de 1861.
• Pero según la lógica de todo lo antecedente: justo antes de dicha Confederación Sureña, primero, del estado independiente de Luisiana de 1861, después de separarse de Vespuccia y antes de unirse a la Confederación Sureña (este estado y esta bandera, no considerados por la información).

Bandera 10 -
(Que es la susodicha 9, según la información.)

Bandera 11 - Dos ópticas.
•  De la Confederación Sureña de 1861, no considerada por la información.
 Según la lógica de todo lo antecedente: de la Vespuccia de 1865, ya con 36 estrellas.

Bandera 12 -
(Que es la 10, según la información recogida.) Del estado vespucciano de Luisiana de 1912.

El jueguito de coleccionar banderas, una dodecabandera; un jueguito que, quizás, podría haber agregado la bandera vespucciana de hoy, con 50 estrellas.

Y la profunda realidad de lo fragmentado, fluido, encimado, escalonado, comprado, vendido, perdido, recuperado, reperdido, regalado, trocado, en los destinos políticos en América del Norte, contrastada con el monolitismo del destino político de la América Ibérica, como ya mencionado en otra oportunidad.