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Ahá, no íbamos a irnos sin ver el famoso Mísisipi. Subimos a la cresta del dique, y lo vimos. ¿Así que nada más que eso es el Mísisipi? Claro, hay que tomar en cuenta que, si bien éste es su brazo principal, bastante agua se le escapa por otros brazos. De todos modos, en la cuenca del Amazonas, no nos lo podríamos imaginar de otra manera que como un subtributario de un tributario del río de las Amazonas. Con razón que, por aquí, tratan de inflar su gloria comparándolo no con el Amazonas sino con los ríos europeos (mayor caudal que todos los ríos europeos adicionados, dicen).

Encontramos otra manera de ver el Mísisipi: cruzándolo en un transbordador. De paso, veremos cómo es parte de su otra orilla.

El transbordador se encuentra en la otra orilla. Tiempo para pensar en los transbordadores, justamente amazónicos - por contraste. Aquí, por lo que vemos, ¿a quién se ocurriría siquiera acercarse al agua? Aquí, por la duda, hay una luz roja grandota; aquí, por la duda, la rampa metálica de conexión entre muelle y transbordador está levantada a manera de barrera como los puentes levadizos medievales.

Llegó el transbordador. Aparentemente por magia - porque nadie salió a tierra, ni siquiera apareció a bordo del transbordador - baja la rampa; salen los vehículos. Aparentemente por magia, cambia la luz, de rojo a verde. Embarcamos. Sin aprensión de cómo se vencerá, un desnivel por demás abrupto, un vacío por demás abierto, una arista por demás aguda. A bordo, es una calesita; los vehículos dan la vuelta alrededor del fondo del centro para poder salir así como entraron, de frente.

A la llegada a la otra orilla, un operador aprieta un botón sin siquiera pisar tierra, y baja la rampa en el muelle. Salida; de frente; nada de marcha atrás. Con seguridad, el operario apretará otro botón sin pisar tierra para cambiar la luz de roja a verde para los nuevos pasajeros.

Muy bien, pero nosotros nos quedamos con los transbordadores de la Amazonia; los defectos de los transbordadores de la Amazonia son corregibles; los defectos de este transbordador son insalvables. En la Amazonia, con un poco de dedicación, se podría solucionar fácilmente - con sólo brazos, pocos materiales y ninguna electrónica - los desniveles, los vacíos y las aristas excesivas; incluso el barro resbaladizo. Pero aquí, en caso de descomponerse la mecánica, lo que seguramente tiene que suceder, y en caso de un corte de electricidad, lo que seguramente tiene que suceder, ni operarios ni pasajeros pueden hacer nada, nada, atrapados como ratas en trampa. Otro caso de exceso; por un lado, por subdesarrollo de aspiraciones, por otro lado, por hiperdependencia de tecnología.

Punto de travesía: Pointe a la Hache. Otra vez, como en la Acadia original, al sur de Québec, aculturación, o será transculturación, de los idiomas francés e inglés; porque, en francés de verdad, sería Pointe à la Hache; otros híbridos >>>>>>>>