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por parte del entrevistador, y, consecuentemente, en su contenido. Vale la pena analizar.

¿Cómo sería una conferencia interrumpida siempre, desde la primera oración del conferenciante, por pregunta o comentario de miembro tras miembro del público, si así se les antojara, con prioridad absoluta para ellos, debiendo el conferenciante esperar hasta que nadie tuviera nada más que decir por el momento para tratar de proseguir - no pudiendo siquiera contestar a uno de los interruptores si algún otro llegare a interrumpir a su vez; - y sin límite de tiempo para cada uno de los interruptores, aunque las interrupciones fuesen, 70/oo meandros sólo vagamente relacionados con el tema, 20/oo in-inteligibles, y sólo en un 10/oo cortos, claros, substanciales, comentarios y/o preguntas? Es lo que pasó en esta entrevista.

¿Por qué el distinguido entrevistador radial no estructura su programa a la manera de las conferencias en las cuales se permite la participación del público: primero, dejar al entrevistado exponer su tema con una conversación sin interrupciones, y luego invitar al público a hacer preguntas complementarias o quizás manifestar objeciones. Pero aquí, no. El susodescrito desastre.

Entre las muchas idioteces que escuchamos por parte de los oyentes que llamaron durante la entrevista, se nos presenta el siguiente caso como buena ilustración: no saber distinguir entre una península y un istmo; según el concepto, o más bien falta de concepto, de uno de los oyentes, el norte y el sur de América están unidos por la península de América central.

Nos asombra que todavía nos asombremos; parecería natural inmunizarse contra burradas después de tantas burradas; pero no, seguimos asombrándonos. Dicho oyente en particular fue un buen ejemplo del arte de los Vespuccianos de impresionar por una muy fácil locuacidad pero totalmente vacía y basada en fórmulas estereotipadas, por lo tanto, como pasó en este caso, sin relación con el tema, y sin relación entre sí.

Entre todo lo demás, estuvimos agregando, en estos días, más asombros a nuestros asombros anteriores.

Agregamos más asombro a nuestro asombro anterior respecto a la separación racial.

>< Aprendimos que, en los transportes públicos, en tiempos tan recientes como 1950, había segregación racial; en este país, antorcha de todas las igualdades, entre Blancos y Negros.

>< Aprendimos que, hasta tiempos tan recientes como 1960, viajar por el sur era, para los Negros, aventurarse en un desierto sin recursos, teniendo que llevar consigo comida, bebida y cama, porque la mayoría de las casas de comida o alojamiento les negaba servicio; muchos baños públicos les estaban vedados; y cuando alguna casa de comida condescendía en servirles ... era por la puerta de la cocina, por atrás.  En 1960.