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aseveración, cada peroración - en casos de enumeración, cada palabra - está respaldada metódicamente, infatigablemente, por la aplastante citación de algún irrefutable versículo evangélico; y si varios versículos, mejor, como tejiendo un caso judicial a golpes de código penal.

También descubrimos debajo de la patología predicadora general, que sí hay algunos predicadores excepcionales que se dedican calmamente a temas terrenales.

También descubrimos una estación religiosa de programación completa, incluyendo noticias, algo como la Voz del Chaco en Paraguay. Esto es otro mundo, comparado con lo demás. Y qué solitaria excepción, en la histeria general.

Lo que sí nos parece cada día más claro, si bien nos sigue costando creerlo, es que, cuando dichos predicadores hablan de Cristianos, que es cada tercera palabra, hablan únicamente de Metodistas, Episcopales, Presbiterianos, Bautistas y muy pocas cosas más; y ciertamente no de Católicos ni demás Cristianos. Católicos para ellos no son Cristianos. Y Ortodoxos, ni saben que existen.

Esta compulsión histérica estéril, sin relación con la conducta práctica diaria parece que tendría que asquear a cualquiera aunque crea cien veces en Dios, pero no; evidentemente, siempre hay gente para escuchar y escuchar. Quizás sea esto el opio del pueblo.

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Los dos o tres días de lujo en el bosque sin agua, electricidad ni gente ya se hicieron cuatro; y todavía, en Huntsville.

Es que no tenemos tanto apuro en llegar a la península de Yucatán durante la época tormentosa; además, mientras estamos envueltos en la sombra de nuestro bosque, por lo menos parte del día, la ambitura va bajando; ahora, las máximas están en los 28 grados; y si bien no tenemos trabajos urgentes como sería la costumbre, de manera milagrosa siempre hay algo para percibir, absorber.

En estos últimos días, mucha gente nos fue reconociendo por la entrevista publicada en el diario.

Lo ciertamente emocionante, por su acumulación y consistencia, es que las primeras palabras de cada persona, y de todas, son de pesar - que se siente sincero - por nuestras amarguras con los forasterófobos; y que la primera inquietud de cada persona, y de todas, es qué podrían hacer para que nos llevemos una buena impresión del Sur, que es lo que más desean. La gerencia del supermercado, incluso, nos mandó unas porciones de torta de queso. Es >>>>>>>>