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║ Se acepta, en base a descripciones de las ruinas antes de su destrucción total, que ciertas secciones de las paredes pueden haber tenido más de seis metros de altura.

║ Por otra parte, durante estas excavaciones se encontró, asociados con las paredes, varios restos de fuego que, por carbono 14, fueron estimados a varias fechas entre 1.500 y 2.000 años de antigüedad, por lo que se dedujo que las murallas tienen que haber sido construidas o reparadas a lo largo del mismo período.

║ Por falta total de artefactos en el recinto, se acepta que nunca hubo un asentamiento, ni siquiera pasajero.

Hasta aquí, todo el mundo, de acuerdo. Pero aquí empiezan los antagonismos - y divertidos son, porque nadie tiene pruebas, ni para sustentar sus propias aseveraciones ni para demoler las afirmaciones de sus contrincantes.

En cuanto a origen;
< facción A: extra-continental, quizás vikingo, fenicio, galés;
> facción B: autóctono, de 2.000 años atrás.

En cuanto a función;
< facción C: recinto fortificado, evidentemente;
> facción D: recinto ceremonial (que es la posición oficial).

Lo divertido alcanza su cenit cuando la facción D concede cándidamente, paso a paso, todas las muchas características defensivas del recinto, pero cada vez, testarudamente, repite, con no más prueba a favor de su afirmación que un encaprichado taconazo intelectual: "pero es un recinto ceremonial".

Una cosa cierta es que el sitio tenía suficiente potencial defensivo para haber sido utilizado militarmente, incluso en tiempos modernos, por ejemplo durante la Guerra de Secesión.

En resumen, una ruina bastante auténticamente misteriosa.

Y también una ruina dolorosa.

Aquí también, otra vez nos re-encontramos con las huellas de De Soto y de su expedición. Es fácil imaginar la zozobra de Hernando de Soto justamente en este sitio donde, a sus frustraciones por no encontrar, y no encontrar, lo que buscaba, a saber oro, se le agregó la profunda consternación de la existencia de estas ruinas - y en su estado monumental original, entonces, antes de haber sido, literalmente, dilapidadas como cantera, no hay que olvidar - ruinas que, desde su punto de vista, no podían ser obra de los lugareños ni de sus antepasados y, por lo tanto, tenían que ser obra de alguna civilización extra-continental - prueba, dolorosamente indiscutible en su mente, de que ellos, los Españoles, después de todo, no estaban descubriendo un continente virgen; de que otros Europeos los habían precedido por una diferencia de generaciones, probablemente de muchas centurias.