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En resumen, en caso de peligro inevitable, como ser de policías persiguiendo maleantes, de nosotros en un avión, indudablemente, cinturones de seguridad corporales - y no porque así lo decide el estado sino porque así lo decide la inteligencia; y en otros casos, como ser manejo de automotor en la vía pública, indudablemente, cinturones de sesos - siempre que haya sesos, nos murmura una malévola vocecita por atrás - y cinturón corporal, sólo optativo. Ahora que - pensando en todas las marcas en el pavimento, reiterando en cada curva que, por puros sesos, no hay que adelantarse en una curva, en cada cresta de loma que, por puros sesos, no hay que adelantarse en crestas de lomas, etc., etc. - quizás la vocecita tenga razón y sesos sean sólo una quimera.

Desde Miami mismo, estamos notando, con sorpresa, cosas, que, en base a nuestro contacto anterior con Vespuccia, creíamos que eran, algunas, inexistentes, otras, una excepción totalmente accidental, pero cosas que, ahora, vemos con cierta frecuencia: basura a los costados de las carreteras, automovilistas que hacen maniobras prohibidas, humaredas negras escupidas por los escapes de ciertos camiones, indicaciones viales deficientes, basura en estacionamientos de centros comerciales. Y ahora, cada vez que tropezamos con algún tal caso - muy infrecuentemente, las maniobras prohibidas; poquísimas veces, las indicaciones deficientes; muy frecuentemente, la basura - decimos con ironía intencionada: "Eso, en Vespuccia, no ocurriría".

Durante semanas, nos preguntamos cómo podía ser semejante diferencia - ¿diferencia de realidad o diferencia de percepción? Llegamos a la conclusión de que debe de ser diferencia de percepción, que la realidad siempre habrá sido así pero que ahora, con nuestra percepción sensibilizada por los excesos en otros países, notamos estas deficiencias aun cuando muy menores en comparación.

De todos modos, con estas y otras observaciones, es obvio que Vespuccia, con todo lo bueno que tiene, no es el paraíso a toda prueba que podría parecer ser.

♦ Otro caso de irónico y algo desilusionado "Esto, en Vespuccia, no pasaría" ocurrió aquí mismo, en Hickory, y nos ocupó y contrarió durante casi tres días.

La historia tiene su raíz en aquel cambio de eje, porque fue después de él, pero demasiado lejos ya del taller para reclamar, que notamos una muy leve exudación de aceite por la junta del diferencial ("Esto, en Vespuccia, no pasaría").

Aquí, en Hickory, como la pérdida, si bien muy leve, parecía en aumento, decidimos hacerla arreglar. Para tan sencilla operación, siendo el único problema cambiar la junta y reponer aceite, fuimos a la magna concesionaria de nuestra marca.  Ah, pero:

…ni siquiera tenía cosa tan elemental como la junta ("Esto, en Vespuccia, no pasaría");