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una sola 'z' viene de la versión latinizada Verrazanus. Pero es la historia que importa.

En otra temática, mar afuera, del lado Atlántico, por debajo de todas las efímeras aventuras humanas, sigue el eterno encuentro de las grandes corrientes marinas, caliente del sur y fría del norte, con los correspondientes tipos de vida pelágica.

Nos agrada esta lengua de tierra porque está casi completamente al natural; está así, protegida administrativamente como Orilla Marítima Nacional. ¡Cuántas orillas vimos completamente al natural, sin necesidad de ser protegidas!

Estamos de vuelta en tierra firme; y, al mismo tiempo, estamos en el punto final de nuestro serpentear desde Miami hacia el norte. Claro, estamos a pasos de la capital de Vespuccia, pero la laberíntica lógica de esta Expedición nos manda ahora, por última vez, hacia el sur, bien al sur. Washington estará en nuestro itinerario mucho más adelante, Dios mediante.

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Noche sin problema. Esta mañana, apenas arrancamos, vimos sendos ejemplos de dos aspectos de la mentalidad vespucciana.

Un ejemplo se refiere al esfuerzo dedicado a mercadeo; en este caso, de frutas y verduras en un puesto a orilla de la ruta. Ya desde una distancia de quizás 500 metros antes del quiosco, aparecieron, a intervalos de quizás 50 u 80 metros, grandes siluetas recortadas en madera terciada, de varias frutas y verduras divertidamente pintadas con rasgos humanos: por ejemplo, un tomate como cara requemada por el Sol, con grandes anteojos de sol, o un atado de zanahorias como comadres en conciliábulo.

Hay que aclarar que, en Vespuccia, todos los carteles en general dirigidos por el comercio al público son por lo menos decorosos y frecuentemente lujosos. A nadie se le ocurriría escatimar esfuerzo y dinero dentro de su envergadura respectiva con algún cartel a la casera.

Sí, todo muy lindo y gran arte publicitario; pero ¿compramos nosotros algo? No; ¿por qué comprar aquí - con tanta envergadura - caro, si se puede comprar con menos envergadura y más barato en otra parte? Nosotros; porque gentío había bastante, dejándose hipnotizar por la teatralización a punto de no ver los precios.

El otro ejemplo se refiere al culto de la tecnificación o sea tecnolatría: una cortadora de césped para terreno desigual, como sería una zanja, montada en un brazo articulado provisto de todo un complicado juego de mandos hidráulicos, brazo a su vez montado en una de aquellas grandes máquinas de vialidad - toda >>>>>>>>