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Hoy es domingo, y estuvo nevando todo el día; un día y una intemperie ideales para visitar museos, y es lo que hicimos: visitamos el Museo de Historia Natural y visitamos el Acuario.

\CG/ El  Museo de Historia Natural, tal como el  Museo de Ciencia e Industria,
     ya tiene muchas décadas de servicio. Se dice que es el más grande de la Tierra, pero así también se dice del Museo de Historia Natural de Nueva York. De todos modos, el tamaño no interesa. Por fin podemos decir, sin quitarle un solo mérito al Museo de Ciencia e Industria ni olvidarnos de Argonne, el cual no es parte del dominio público, que hay algo en Chicago que vale la pena del viaje y la pena de ser visitado.

Este Museo de Historia Natural es una enciclopedia de muchos aspectos relacionados con la naturaleza - inclusive de civilizaciones primarias, y no las llamamos primitivas - lo que se explica quizás por sus relaciones íntimas con la naturaleza. Se puede pasar días enteros admirando vidrieras de minerales, fósiles, civilizaciones primarias de varias partes de la Tierra, y, menos lógicamente aún, civilizaciones menos primarias como las de Egipto y Roma; también hay muestras de esqueletos de todo tipo y series enciclopédicas de insectos, pájaros, etc. Y todo ello es de gran interés, tanto por la observación de cada ejemplar como por la claridad con la cual uno se da cuenta de la asombrosa variedad global de las creaciones de la naturaleza.

Pero el aspecto más llamativo de todo el museo, especialmente para el público en general, es la presentación de animales taxidermados, en reproducciones de sus ambientes naturales, reproducciones hechas de una mezcla de elementos palpables reales y de elementos dibujados, con una transición de lo palpable a lo dibujado hecha con tal maestría de la ilusión que uno no deja de sorprenderse, de asombrarse y de preguntarse cómo tal arte es posible; no se puede describir en palabras la perfección de dichas reproducciones de ambiente natural; y muchas veces, con un verdadero derroche de animales utilizados en la muestra. Hay, en este museo, fijados en posiciones de actividad para la eternidad más animales de cualquier descripción que los que vimos en el parque zoológico de Toronto. Estas vidrieras super-realísticas, por sí solas ya valen la pena del viaje y de la visita.


 
                                    ¿No cierto?

Ocurre la no-ilógica pregunta y duda de cómo sería posible crear un tal museo en nuestros días; muy posiblemente, muchos de los animales expuestos ya no existen, y probablemente, muchos de aquellos que todavía existen en estado natural, hoy en día no se podría cazar y casi ciertamente no se podría exportar de los países de origen; se impone la diferencia entre aquellos tiempos, cuando todo era libre para todos, entiéndase para los Blancos, y hoy >>>>>>>>