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Esta mañana, otra vez en camino. Nos estamos aproximando a, o quizás ya estamos en, la región de Annunciata. Es difícil saber si ya estamos o no, porque dicha región no figura en mapa alguno, por lo menos no en mapas de hoy en día. Annunciata es el primer nombre europeo dado a esta región muy vagamente, sin límites precisos, sin saber, en realidad, qué se nombraba así, por el navegante explorador Giovanni da Verrazano por cuenta y orden del rey de Francia, en el año 1524 - otro navegante italiano al servicio de un país extranjero.

Ahora, seguramente estamos en Annunciata porque hemos cruzado al estado de Carolina del Norte.

Nuestra próxima meta y preocupación, la ciudad-puerto de Wilmington y su potencial fotográfico.

Hace rato largo que estamos viajando por una carretera tan subdesarrollada o inteligente - según el punto de vista - que no tiene las marcas lineales en el asfalto. Naturalmente que no es porque, de repente, se confíe en la elemental inteligencia de los motoristas, sino porque es un trecho nuevamente asfaltado. Y no por la ausencia de las idiotizantes marcas en el asfalto estamos libres de idiotez: ya va una innumerable cantidad de carteles a lo largo de la carretera, repitiendo "pavimento sin marcar" y repitiendo, repitiendo, repitiendo "pavimento sin marcar", como si no fuera perfectamente obvio, y repitiendo cada kilómetro o dos "pavimento sin marcar" "pavimento sin marcar". Histeria vespucciensis.

Gran noticia: no llegamos a Wilmington, y no llegaremos en por lo menos cinco o seis días. Hemos encontrado, puramente de paso, en el pueblo de Shallotte, pueblo sin más importancia que el punto que ocupa en el mapa, un laboratorio fotográfico que satisface todos nuestros requerimientos; incluso usa guantes.

Empezó el habitual arduo trabajo de las fotografías.

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En la profundidad de un agobio de 19 días intensamente con las fotografías - sólo las fotografías - nos preguntamos cómo pudimos aventurar tan a la ligera 5/6 días. 1.290 fotografías - revelar de a dos rollos, analizar en cuanto a calidad del revelado, sugerir las correcciones necesarias, esperarlas, re-corregir si necesario, analizar en cuanto a valor documental sin olvidar el deleite de las vivencias recordadas, numerar cada fotografía por rollo y por fotografía dentro del rollo, volver a numerar cada fotografía, esta vez por orden correlativo desde el principio de la Expedición, dividir en dos grupos, numerar las mejores con su propia numeración correlativa desde el principio de la Expedición, lo sabíamos de antemano.