español english français česky

Con estas casas, todas pintadas blancas, caemos en otro problema: un vacío estereotipado impersonal, en contraste con las casas pintadas - decoradas, mejor dicho - de toda clase de colores en toda clase de combinaciones, que notamos y disfrutamos en Nova Scotia, creemos que fue.  Qué lindo que era.

Que una sociedad tenga todas sus casas blancas cuando un clima caluroso exige rechazar los rayos solares, o cuando los materiales de construcción son difíciles de pintar, se entiende, pero que se acepte un inexpresivo aburrimiento blanco con un material de construcción tan fácil de pintar como lo es la madera ...

Claro, tal uniformidad - tanto blanco cuantas casas (salvo aquellas de lujo con ¡imitación! de ladrillos) - ofrece sus ventajas. No hace falta pensar, elegir, decidir, tener inventiva. No se toma la responsabilidad, el riesgo, de ser diferente de los demás, de desnudar su alma a los vecinos. Y también es más fácil y barato pintar todo de un solo color porque no es necesario comprar varios colores, con varios restos de pinturas, y no es necesario tener cuidado de no correr o salpicar un color sobre otro color.

Claro, se podría aprovechar las ventajas de un solo color en otro que blanco, pero quedaría el esfuerzo de decidir, y la audacia de ser diferente.

Lo curioso es que los típicos galpones rurales sí están todos pintados no-blanco. Pero esta revolucionaria anomalía pega perfectamente bien con todo lo susodicho: todos los galpones rurales están pintados de un solo color (más barato y fácil de pintar), y todos los galpones están pintados religiosamente del mismo color - rojizo oscuro (sin esfuerzo de pensar, elegir, decidir, sin responsabilidad de ser diferente individualmente).

Sin embargo, qué deleite era viajar por un policromo caleidoscopio de casas diferentes una de las otras; no solamente por los colores elegidos, sus combinaciones, y su utilización para aprovechar, o hacer resaltar, los rasgos de cada casa, como en un museo de sorpresas a admirar, sino también por la satisfacción de saber que detrás de cada tal casa hay alguien con inventiva, hacendosidad, y el valor de mostrarlo.

Claro, a veces surgía un color o una combinación de colores de un gusto extraño, lo que no puede ocurrir con todo blanco-blanco, pero así es el precio de ser humano y no ovino.

Estamos pasando por el pueblo de Lake City. Aquí se confirma que hemos entrado a otro mundo. Hay un típico estilo de edificios de dos pisos paralelepipédicos sin gracia - como también ya vimos en otras partes de Vespuccia - pero que, en la Florida meridional, no se podría encontrar aun buscándolo.

En este pueblo de Lake City, nos separamos de las huellas de la expedición de De Soto: él dobló hacia el oeste, en dirección a Tallahassee; nosotros seguimos hacia el norte.