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Una norma de conducta entre los estudiantes asiáticos: no perder tiempo con televisión, bailes y deportes de ostentación.

Notable: en familias asiáticas con mayor estadía en Vespuccia o que hablan más inglés, los resultados escolares no son tan buenos.

También aquí, en Gainesville, nos encontramos con las huellas de la expedición de Hernando de Soto, en procedencia, como ya sabemos, de la bahía de Tampa, hacia su inmortalidad.

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Esta mañana, nuestro derrotero nos lleva precisamente por el derrotero de la expedición de De Soto. Recién cruzamos el pequeño río Santa Fe que aquella expedición también tuvo que cruzar.

Ya en estas tempranas etapas de aquella expedición, había discordias internas por dificultades de toda índole, bastante fuertes como para reflejarse en los topónimos forjados por los expedicionarios. El primer nombre de este río Santa Fe fue, en realidad, río de la Discordia.

A esta latitud de Florida, se terminaron definitivamente yacarés y bañados y naranjales. Estamos en una topografía más habitual, de muy leves ondulaciones, y en un uso de la tierra más habitual, de pastajes entre bosques de pinos.

A esta latitud, los Españoles seguramente ya sabían que su supuesta isla era más bien la entrada a un inmenso continente más al norte.

• Del momento que se dieron cuenta de ello, definieron la Pascua Florida, o Tierra Florida, como el territorio "llegando hasta el Labrador y el estrecho hacia la China".

• Sin embargo, siglos más tarde, cuando los invasores ingleses se infiltraron en aquellas tierras más septentrionales, vale decir en el patio trasero de los Españoles, éstos tuvieron que acortar sus pretensiones y aceptar por tratado, en 1670, un nuevo límite al norte, entre los parajes de Savannah y San Jorge (Charleston).

Las viviendas también van cambiando drásticamente. Terminaron las frecuentes, deprimentes, grandes concentraciones de viviendas alargadas de aluminio y enchapado, sobre ruedas; aparecieron otra vez las casas de tipo cajón, pero casas al fin, con paredes de tablas de madera, pintadas en blanco, y con un techo más o menos rebuscado, como es habitual, según ya sabemos, en muchas partes de Vespuccia. Hasta las pequeñas capillas protestantes también van recobrando sus líneas estereotipadas, incluyendo la casi inevitable aguja celestial, blanca también, señal de que el cajón es una iglesia.