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etapas entre 900 y 1250 d.C., del gran túmulo de Cahokia que ya visitamos en la primera parte de esta Expedición.

Las fechas cuando ocurrió esta transmisión de cultura mexicana hacia el lejano norte por este conducto son variadas según las fuentes - otra incertidumbre dentro de la incertidumbre imperante. Según un dato que tenemos, habría ocurrido en los años 500/400 a.C.; según otro dato, habría ocurrido en dos veces, con un primer contacto, antiguo, alrededor de 1000 a.C., y otro contacto, mucho más substancial, el de verdadero valor histórico, en los años 600/700 d.C. Incertidumbre que nos hace acordar agudamente de las incertidumbres en la arqueología peruana.

De todos modos, parece establecido que influencia hubo, y es ello lo substancial e interesante. Quizás se aprenda más en el futuro porque hay todavía lugares sin excavar.

Vamos a pasar la noche cerca de la entrada al sitio arqueológico, en un ambiente boscoso perfectamente tranquilo; o por lo menos esperamos que la pasaremos sin inconvenientes, como las dos noches anteriores, en Tarpon Springs - sin inconvenientes, se entiende, por parte de los vecinos anónimos y asustados y de la policía que, según un policía una vez nos dijo, no ve nada malo en nosotros y en lo que hacemos pero tiene que hacer algo para comprobar que respondió a un llamado de la "vigilancia vecinal".

Solamente tenemos lástima de esa gente porque, a más de padecer de paranoia, también es irremediablemente idiota porque la más elemental lógica tendría que decirles que cualquiera que tuviese propósitos inconfesables no se haría tan obvio en un vehículo tan llamativo y tan auto-explicatorio como el nuestro.

En esta histeria de delincuencia, los vecindarios están divididos en núcleos de vigilancia, y cada vez que un vecino ve algo sospechoso, automáticamente llama la policía; y ya que cualquier cosa inhabitual, por más innocua u honrada que sea, es sospechosa para la habitual estrechez mental vecinal incapaz de juzgar, en su miedo, ahora entendemos nuestras desventuras con las llamadas anónimas y la policía.

Esta histeria con la ola de delincuencia se exterioriza en carteles que rezan "Este barrio está protegido por vigilancia vecinal"; en carteles que, a veces, se ponen ofensivos porque sugieren, o mejor dicho, dicen claramente, que cualquiera en la calle es un sospechoso: "La guardia delictiva lo vigila a Usted" (Crime watch has an eye on you). Y es la propia policía que instiga tal paranoia.

Inesperada noticia de último momento - la que, para merecer tal distinción, debe de ser o muy buena o muy mala: es muy mala. Recién nos corrimos de nuestro tranquilo lugar boscoso a comprar pulpería al supermercado de Crystal River, una distancia de no más de diez minutos. En camino, empezó un indebido ruido relacionado con el rodar de una rueda; cuando llegamos, un eje trasero >>>>>>>>