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piedras en los canastos, virtiéndolos como piedras de los canastos a una cinta transportadora que se arrastra lentamente por el campo a la velocidad de los 40 cosechadores, y dejándolos caer de dicha cinta en grandes acoplados, donde se acumulan en masas de varias toneladas cuya presión ningún tomate maduro podría soportar.

Pero, no importa el color. Se pasará, luego, dichos tomates por una cámara de un gas cuyo nombre ahora no nos acordamos y que les dará un maravilloso color maduro al instante, justo antes de despacharlos al mercado. Ahí vimos la razón por qué tantos tomates tienen sólo la forma de tomates, sin el sabor, y solamente algunos tomates también saben a tomates.


Los lindos rojos quedan en el campo

Viendo, estas grandes extensiones plantadas sólo de tomates, estas varias cuadrillas de 40 hombres cada una, y cada una con su gigantesca cinta transportadora, viendo los tractores llevando y trayendo acoplados, llenos y vacíos, todo rápido, rápido, todo bien ajeno a la estereotipada tranquilidad agreste, uno realmente empieza a sentir la esencia de la denominación "agroindustria".

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Hoy, 22 de abril, por fin nos arrancamos de la punta de la Florida. Estamos zigzagueando en dirección general hacia el norte, la única dirección posible, por esta península, que los primeros invasores españoles creían que era una ínsula.

Ah, como por ironía, a apenas unos kilómetros del Everglades, vemos un nutrido vuelo de garzas blancas zurcando el cielo. Nos hace conscientes de que, también en los campos alrededor de nuestro dormitorio, vimos unas docenas de garzas recorriéndolos a pie; y también nos hace acordar de todas las manadas de pájaros volando sobre Miami. Pájaros, pues, evidentemente hay, pero probablemente ningún pájaro que se respete irá a parar adentro del Everglades.

Nos estamos alejando del Atlántico, nos estamos acercando al golfo de México, a lo largo de la soga estrangulando al condenado, o sea a lo largo del canal artificial Tamiami que corta transversalmente la península, atajando, acumulando, las extraordinariamente anchas, delgadas y lentas aguas viniendo desde el norte según ya explicado, desviándolas de su destino que era el destino natural, los bañados de Everglades, y llevándolas para todos los usos no previstos por la naturaleza y su balance ecológico.

Tenemos así, de manera totalmente inesperada, una perfectamente vívida ilustración de la situación de la cual nos enteramos en el parque nacional.

Aquí, a nuestra derecha, o sea del lado norte de la ruta, estamos viendo bañados de verdad, aguas por entre la paja brava; paja brava verdeante; >>>>>>>>