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Estamos en los primeros kilómetros del regreso, por lo tanto, donde las vistas del mar son lo menos obstruidas. El color de las aguas es realmente hermoso, en los tonos turquesa y azul marino, color contrastado con los grandes manchones oscuros de tierras a ras de agua - islas o no - y tan llanas las tierras como el agua.

Más cosas ocurren en estas aguas de lo que aparece a primera vista. Ocurren bastante frecuentemente, y cuando ocurren, son dramáticas.

Un drama es la detección de pequeños barquitos totalmente inaptos para travesías de altamar, e incluso de balsas a la deriva, cargados y sobrecargados de personas en procedencia ilegal de Cuba, alguna vez también de Haití, tratando de hacer tierra de cualquier manera - que los descubran o no - en Vespuccia. De estos casos, se dio - por lo menos de aquellos que llegaron a nuestro conocimiento - dos o tres desde que llegamos a Miami.

El otro drama es el de los traficantes de cocaína. Varios casos de tráfico de drogas desde la mar fueron descubiertos desde que llegamos a Miami; algunos de ellos, muy grandes.

Cargamentos enteros de pequeñas embarcaciones de altamar, muchas veces descubiertas y abordadas todavía en altamar.

♦ Pero también se dio la sorpresa de turistas tropezando en la playa con bultos de cocaína traídos por la marea.

♦  Y también se dio el caso de una embarcación en altamar, en peligro, habiendo pedido auxilio, y encontrada rodeada de bultos de cocaína flotando; obviamente, la tripulación había tratado de deshacerse de su cargamento comprometedor antes de la llegada del auxilio.

Nos desviamos por el camino transversal. Naturalmente, en este medio del mar, lejos no llegamos; pero en la corta distancia disponible, qué bendición, el silencio, la soledad, y qué horror, sólo pensar que habrá que volver al corredor histérico central.

Cómo explicar - con todas las indicaciones viales meticulosas de Vespuccia y el supuesto culto del manejo prudente - que, en esta calzada de los cayos, hay accidentes casi a diario, y, en los cuatro meses que van de este año, ya once muertos, con, naturalmente, heridos en proporción.

Desviamos por otro caminito transversal. Aquí, la vegetación es totalmente diferente de lo habitual en estos cayos. En vez de alfombras de mangles bajos tapando de vista las aguas de poquísima profundidad en las cuales crecen, se da, aquí, un bosque bastante extenso de palmeras y pinos; palmeras bajas como sotobosque, y pinos como cobertura por encima.

Dimos un corto paseo por dentro. Qué tranquilidad. Pero la naturaleza también tiene sus dramas; muchos de los troncos de pinos muestran vestigios de un >>>>>>>>