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Resulta que estábamos estacionados en una calle, perfectamente legalmente, en horas perfectamente anodinas, quizás a eso de las tres de la tarde, muy tranquilamente haciendo cosas dentro de nuestro vehículo, cuando apareció la policía en patrullero - y no un patrullero sino dos - respaldándose mutuamente en su peligrosa investigación. Documentos personales, documentos del coche, de dónde vienen, adónde van, qué hacen.

Cuando manifestamos a los policías nuestro asombro, nos informaron que algún vecino había llamado la policía por nuestra sospechosa presencia. Cuando, con asombro en aumento, dijimos, cómo puede ser, por qué, quién fue, nos dijeron que no sabían, que había sido una llamada anónima, pero que, de todos modos, ellos tienen la obligación de responder a cualquier denuncia. Y se fueron los patrulleros, y nos quedamos nosotros.

Otro día, otra calle, en otra hora anodina, quizás las diez de la mañana, exactamente el mismo guión.

Y otro día, una tercera vez, exactamente mismo libreto.

Entonces, aunando cabos, por una parte, nos acordamos de un caso similar que anotamos, en su oportunidad, en Nueva Inglaterra, y por otra parte, tomamos consciencia de que estábamos, sin haber reparado en ello, en el barrio yanqui de Miami; desde entonces, tuvimos cuidado de estacionar en la parte hispana de Miami.

Nunca más tuvimos problemas de denuncias cobardemente anónimas, ni de policía; al contrario, la gente habló con nosotros; un hombre nos regaló un galón de aceite de cocinar y un envase de jabón líquido para vajilla.

M Las autopistas de Miami son las primeras que recorrimos después de las autopistas de Caracas. ¡Qué diferencia en las indicaciones, qué confirmación práctica por contraste del inenarrable desastre de las indicaciones caraqueñas; aquí, no hay dudas; se sabe, en cada instante, hacia dónde se va y qué esperar dónde. Cuando aparece un destino en un cartel, reaparece en todos los carteles subsiguientes hasta que se haya alcanzado; y cada vez, con la distancia restante; por ejemplo,
"Salida X a 7 kilómetros"; luego,
"Salida X a 4,5 kilómetros"; luego,
"Salida X a 2 kilómetros por este carril" (marcado en amarillo); finalmente, 
"Salida X aquí".

Y no hay manera de equivocarse. En cada cartel, hay siempre tres o cuatro destinos consecutivos, y en cada nuevo cartel, a medida que desaparece un destino alcanzado, aparece un nuevo destino consecutivo más lejos. Uno no se explica la deficiencia mental de Caracas, y tomándose tan en serio. Como ya observado tantas veces - sesos, hace falta sesos.

Sin embargo, el tráfico de Miami no es tan disciplinado como nos acordábamos el tráfico de la primera parte de esta Expedición.  ¿Quizás porque hay tantos >>>>>>>>