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Felizmente, el francés de Haïti/Haití, en contraste con el francés de Québec, es inteligible; en varios grados de claridad, hay que decir; pero es una vía muy tenue de saber qué pasa porque, si bien los Haitianos contestan en francés cuando les hablamos en francés, entre ellos, hablan su idioma criollo que, para nosotros, podría ser quechua, aimará o guaraní, a pesar de ser un derivado del francés. Tendremos que prestar mucha atención, a ver si detectamos o identificamos las mutaciones que lo derivaron del francés. Tendría que ser muy interesante, así como eran interesantes las relaciones de los idiomas portugués-castellano-francés.

El sistema monetario haitiano crea confusión hasta que se descubra su secreto; luego, queda sólo el permanente malabarismo numérico. Cuando, en el primer mostrador de alquiler de coches, nos daban el precio, lo daban en dólares (vespuccianos, se entiende); cuando preguntamos cuánto sería en moneda haitiana, nos dijeron la misma cantidad en dólares haitianos; pero, dijimos, en Haití, no hay dólares, la moneda es la gourde, ¿no cierto?
- Sí, pero hay dólares haitianos.
- ¿Dólares haitianos?  No puede ser.  ¿Se puede ver uno?

Y sacaron del cajón un billete de ... 5 gourdes.
- Pero eso no es un dólar.
- Sí, es un dólar haitiano.

No insistimos. Pero ahora, en el hotel, al observar los billetes haitianos, dimos con la clave de la doble personalidad.

Los billetes haitianos se ahorran la ridiculez de proclamar una convertibilidad en oro inexistente, como vimos en tantos pesos-oro, y prefieren aferrarse a algo más tangible; cada billete de banco haitiano reza, en francés: "Este billete es pagadero al portador en moneda legal de los Estados Unidos de América (suponemos que Vespuccia) a razón de cinco gourdes por un dólar". Ahí está el misterio, y no es una proclama académica. En la vida práctica, ya sea comprando una cebolla o alquilando un coche, gourdes haitianas o dólares vespuccianos, y sus respectivas fracciones, son líquidamente intercambiables, de manera que se paga y se recibe vuelto en una alegre confusión donde 5 quiere decir 1, ó 25; y 1 quiere decir 5, ó 0,20.

En el mercado, descubrimos que todo, no sólo los hoteles, es carísimo, 90/oo importado de Vespuccia o Francia. No se explica la coexistencia de semejantes precios y la pobreza que es ciertamente la tónica de las calles.

Estuvimos escuchando largo rato la radio; programas en idioma criollo; parece haber varios niveles de criollo; a veces, casi entendimos de qué se trataba; a veces, sólo distinguimos palabras aisladas; a veces, era algo totalmente hermético a nuestros oídos.

No analizamos la televisión porque es a colores, lo que crea, o contribuye a crear, cáncer.