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SD Visitamos la Biblioteca Nacional; no por sus pertenencias en libros sino por un "mural de plástico que gira aprovechando la rotación de la Tierra", según información que teníamos.

Mural no hay, porque se supone que un mural tiene que estar en un muro. Lo que hay es una estructura compuesta de un eje vertical colgante, de quizás dos pisos de alto, del cual radian tres láminas de plástico, a 120 grados una de las otras, y de cuya punta inferior cuelga una gran esfera a manera de pesa. El aparato muy bien podría ser geomovido, pero para los varios empleados de la biblioteca consultados para confirmación del hecho, la pregunta fue una total sorpresa; apenas si sabían que la cosa cuelga ahí, nunca le habían prestado atención y menos se les había ocurrido que se podría mover.  Nunca escucharon algo en ese sentido.

Como nosotros no teníamos ganas de volver para hacer la observación, nunca sabremos.  Eso sí, cada lámina tiene una gran figura pintada.

SD Visitamos el Museo de Historia y Geografía o, mejor dicho, hablamos ahí con un historiador. Nos interesaba saber algo más de la Isabela que la mera existencia de sus vestigios como los habíamos visto: ¿por qué había escogido Colón aquel sitio; cómo había sido la vida en aquel primerísimo asentamiento europeo pos-colonense en América; por qué había sido abandonado; y por qué, entre las varias islas, fue en esta Española, y no en otra isla, que los Españoles se arraigaron?

Nuestro muy gentil interlocutor nos llevó de la mano por todos los primeros pasos de Cristóbal Colón en América; lo más sorprendente fue que, si la Isabela fue el primerísimo asentamiento europeo pos-colonense en América, hubo, con anterioridad, como un año más temprano, un "primerisísimo" asentamiento europeo pos-colonense en América.  Veamos.

Así que, después del lugar fatídico, isla de Guanahaní, mejor dicho atolón o anillo insular Guanahaní (que él llamó San Salvador - es natural preguntarse, en esas sus circunstancias, en qué proporción, en su subconsciente o aun consciente, era como salvador de su empresa y de su vida después de 30 días y noches de eternidad en la duda y la vaciedad del océano entre las Canarias y lo ignoto, y en qué proporción era como Salvador en el sentido habitual); y después de la fecha fatídica, 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón tropieza de isla en isla, mejor dicho de islote en islote. Lamentablemente, nada de continente, nada de India.

Una de esas islas es Cuba (que él llamó Juana). Otra vez una isla, pero, por lo menos, más substancial, aun cuando sin khanes ni esplendores. Y la cosa va lentamente.

De Guanahaní a Cuba, del 12 de octubre al 28 de octubre, 16 días. [Si bien, a nosotros, con la experiencia de esta Expedición, la cosa no nos parece >>>>>>>>