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A lo que nosotros agregamos: ello podía haber ocurrido a cualquiera, y es muy natural. Es fácil tomar en irrisión estas confusiones cuando se mira la claridad escrita de las sílabas, pero con sólo cerrar los ojos e imaginarse estas palabras pronunciadas en una intonación extraña, de repente - no más derrisión sino comprensión, hasta compasión.

       ♦ Confusión geográfica.

Si bien Colón, por una parte, por su confusión lingüística Cibao/Cipango, tenía base para suponer que estaba en el Japón (aunque, probablemente, con mucha desilusión en comparación con la esplendorosa idea anticipada que sin duda se hacía de él), por otra parte, por la combinación de sus dos conceptos geográficos erróneos, se preguntaba si no había navegado más allá del Japón, ya acercándose a Catay/China.

Incidentalmente, nosotros ya nos preguntamos, hace tanto, en Canadá, en Yukon, y todavía nos preguntamos, con mayor insistencia, por qué, si Colón pensaba en el Japón, acaso en China, denominó los paraborígenes que veía Indios, y no Japoneses o Chinos. Qué ridículo sonaría si se diera comúnmente hoy a los paraborígenes americanos no la denominación de Indios sino de Japoneses o de Chinos - o, entre mentes distinguidas, no la denominación de Amerindios sino de Amerijaponeses o Americhinos, o se podría inventar, para mayor distinción aún, la denominación de Amerinipones o Amerisinos - de manera que se hablaría de Japoneses Chirokíes, o Japoneses Araucanos, etc., o de Chinos Xavantes, o Chinos Quechuas, etc. Y la propia virulenta ridiculez de llamarlos así da la exacta medida de la virulenta ridiculez de llamarlos Indios Chirokíes o Indios Araucanos, o Indios Xavantes, o Indios Quechuas, etc.

Se podría buscar una misericordiosa explicación a la denominación por Colón en el hecho de que para él la noción de "las Indias" abarcaba toda Asia oriental incluyendo China y Japón; pero la ridiculez posterior mantenida testarudamente durante cinco siglos se vuelve idiotez doctoral infectando las masas inocentes.

   O) La cruel paradoja del primer regreso de Colón fue que, por una última tormenta, su primer puerto en Europa, y su primera recepción, no muy amistosa debajo de la pompa, y que podía haber sido peor, fueron ... Lisboa, y por el rey de Portugal - el rival de los propios soberanos españoles de Colón, rival a quien Colón recién había invadido su zona de interés nacional. De manera que los reyes castellanos se enteraron del regreso de la expedición - menos, claro, lo de la carabela perdida - primero, por Pinzón, que había logrado llegar directamente a España a pesar de la tempestad, y recién más tarde, por Colón.

Y nos seguimos preguntando por qué el rey de Portugal no apresó a Colón y no decomisó la carabela.

Menos suerte había tenido Colón, aun antes de haber sido llevado por esta tormenta a Portugal, cuando una tormenta anterior le había obligado a recalar >>>>>>>>