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Hasta su subestructura, o sea su mapa geológico, depara una satisfacción estética de equilibrio más afín a un mosaico sabiamente balanceado que a un aleatorio resultado de ceguera telúrica:

con sus formaciones más antiguas - en realidad, entre las más antiguas  >>aflorando en todo el globo terráqueo, unos 5 millones de años se estima - >>lindamente equilibradas entre la mitad noreste brasileña y la mitad noreste >>canadiense;
siendo cada una de estas formaciones, a su vez, lindamente enmarcada en su >>sur y su oeste por formaciones más recientes;
y siendo éstas, a su vez, lindamente enmarcadas en su sur y su oeste por >>formaciones aún más recientes hasta cubrir todo el resto del continente >>ininterrumpidamente de Tierra de los Fuegos a Alaska a todo lo largo del >>Pacífico, mientras las dos formaciones más antiguas, en Brasil y Canadá, >>hacen contrapeso hacia el Atlántico.;
estando la simplicidad del conjunto mitigada por detalles locales que dan >>variedad pero no quiebran la unidad.

Es el único continente que puede hablar románticamente de himeneo; el único continente formado por dos continentes previamente separados que, en sus antiguamente solitarias vagaciones por el globo terráqueo, se encontraron, y ahora se tienen por la mano como un solo continente. Y la situación se vuelve más emotiva si se considera que este encuentro es más bien un reencuentro.

Es que, hace unos 200 millones de años, ó 240 millones de años, más o menos, quién sabe, la entidad que hoy es América del Sur, estaba acurrucada contra Africa (la que ya estaba bastante como está hoy), la entidad que hoy es América del Norte estaba acurrucada contra lo que luego se volvería Europa, y las dos entidades estaban acurrucadas una contra la otra, y mucho más íntimamente que hoy, como si la costa caribeña de la Colombia de hoy estuviera en las sierras de México, y la costa de la Venezuela de hoy estuviera en el golfo de México.

Fue recién luego, hace unos 120 millones de años, ó 130, ó 150 millones de años, quién sabe, que la futura América meridional y la futura América septentrional se separaron y se perdieron de vista una de la otra en su deslizamiento por el magma terrestre, en una soledad de decenas de millones de años; felizmente, ambas hacia el occidente.

Así es que cuando, más tarde, unos 60 millones a 90 millones de años más tarde, o sea hace unos 60 millones de años, las dos entidades se unieron en un solo continente, el que conocemos hoy, fue ello más bien un reencuentro de conocidos perdidos que un simple encuentro de desconocidos.

Lamentablemente, este idilio, como tantos idilios, ha de terminar. Dentro de unos 50 millones de años, esta unión habrá quebrado, dicen los expertos. Pero, por ahora, es el único continente que puede hablar de himeneo.