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cada uno su mejor hotel, seguramente en exclusiva función de la comisión que tienen arreglada en el hotel, y de la distancia a recorrer - cuánto más larga, mejor.

Para sólo una noche, no hay gran peligro; pero para quién sabe cuántas noches, es muy doloroso. Qué esclavitud es viajar así, sin refugio dónde retraerse para ganar tiempo e independencia de cualquier contingencia. Con qué gratitud pensamos en nuestro fiel vehículo que siempre nos da, en todo lugar, en toda circunstancia, ese refugio, esa independencia, que permiten dar tiempo al tiempo y evitar decisiones bajo apremio, casi nunca las mejores.

En esta ruleta de lo desconocido, nos tocó un hotel no muy malo - incluso ostenta y ofrece el inaudito lujo de tener el baño con ventilación por ventana en vez de directamente en la habitación como es la usanza moderna - salvo que se encuentra en una calle sumamente ruidosa, pero calle, por otra parte con las mejores virtudes deseables en este caso: dentro del recinto histórico de Santo Domingo, vale decir dentro del muy venerable recinto histórico de la primerísima presencia-europea-para-siempre en América - en contraposición con la presencia en América, 500 años más temprana sin duda pero no mantenida, de los Vikingos; y a pasos del puerto y de la aduana; coincidencia no ilógica.

Justamente mañana, domingo, con todo - o sea consulado de Haití, puerto, y aduana - cerrado, tendremos la oportunidad de dedicar, como quizás es apropiado, nuestro primer día completo en Santo Domingo a recorrer y conocer tan único sitio histórico.

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Ya está.

Recorrimos la Nueva Isabela, que es el nombre que se podría seguir dando al núcleo central original que luego se desarrolló como Santo Domingo - ya que así fue su nombre de fundación.

Cruzamos pisadas con las olas de Españoles - todos los famosos, incluyendo el Italiano Cristóbal Colón, y muchos anónimos - que, primero, robaron esta isla a sus paraborígenes, establecieron en ella, lejos de España, su cuartel general y, finalmente, se lanzaron por este embudo fortificado a despojar, a millones de otros paraborígenes, de inmensidades que, aun con los medios de comunicación de hoy, son abrumadoras.  Claro, no sabían en qué se metían.

Esta Nueva Isabela fue fundada por el hermano de Cristóbal, Bartolomé Colón.

El nombre mismo "Nueva Isabela" enseña algo de historia: sugiere que tuvo que haber existido, previamente, alguna Isabela anterior - y efectivamente así fue, según nos enteramos. Es que no todo fue éxito para los Españoles. Si >>>>>>>>