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"Pero si falta sólo poner el coche en el contenedor; en quince minutos se hace", dice el corredor.
Le clavamos con un fulminante "No". ¿Qué es? ¿Inconsciencia? No encontramos una palabra.  Quizás no exista.  Mañana, muy lamentablemente, será.

Y nos vamos en nuestro coche que ya no está en Venezuela - tenemos un documento oficial sellado y firmado para comprobarlo; además, también tenemos una parte de un documento que la aduana tenía que haber separado y guardado pero que quedó en nuestro poder.

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▪▪ Viernes, 16; del cronodrama.

Vamos al puerto. Una última alcabala. Otros puestos de fiscalización. Pasamos con nuestro coche que, legalmente, ya no está en Venezuela, y podría contener cocaína, armas, cualquier cosa.

El contenedor está, pero no hay rampa para entrar el coche; pero no hay tacos ni clavos para poner cuñas a las ruedas; pero no hay operario para hacerlo. A recorrer el puerto, en busca de una rampa. Otra vuelta por el puerto, en busca de un operario con clavos, madera, martillo y voluntad de utilizarlos - con la adecuada cantidad de billetes, siempre hay voluntad.

Coche adentro. Los clavos son impresionantes, largos, gruesos, en espiral, de manera que giran como tornillos al penetrar en la madera; lamentablemente, a pesar de su aspecto, penetran así de poquito y se tuercen irremediablemente; en un taco, seis clavos entraron un poquito, se torcieron, ninguno logró pasar del otro lado.

Finalmente, tacos puestos, portón cerrado, precinto puesto. Pero ... al martillar éste para sellarlo, el idiota, que supuestamente sabía qué hacía, machucó la numeración que, ahora, es ilegible.

A la línea de navegación, a buscar otro precinto.

De los mismos precintos, de cable de acero, no tienen, sólo de fleje; pero hay que poner aunque sea provisionalmente éste para que haya un número legible. El lunes, tendrán los de cable de acero. ¡Qué barbaridad, el lunes, habrá que volver otra vez, 32 kilómetros en taxi, si queremos ver el nuevo precinto colocado! Ah sí, y como detalle incidental, nos enteramos de que el barco, en vez de zarpar el 26, zarpará el 21 y llegará el 26. Teníamos todavía la pequeña esperanza de poder ir a Guyana aunque hubiese sido en un vuelo muy desagradable de medianoche, pero, con eso, hasta esa lucecita se apagó.