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Ah, pero no, no vamos a llegar a Guárico. Preguntando recién nuestro camino, como hay que preguntarlo en el 80/oo de los casos, por falta de carteles, nos enteramos por pura casualidad de que, más lejos, la ruta está cortada por un derrumbe mayor; no hay paso.

Y ¿cómo fue la pura casualidad?  La gente es increíble.

Cuando, en la bifurcación, preguntamos si era para la derecha o la izquierda, el hombre nos indicó para la izquierda sin más comentario. Y cuando ya estábamos por seguir camino, y confirmando con él "¿así que para la izquierda?", él salió con que sí, pero que no se podía pasar.
- Pero no nos dijo recién que es por allá?
- Sí, pero cuando no hay derrumbes; ahora, el camino está cortado por un >>derrumbe.

¡Así que, si no le hubiésemos dirigido la palabra otra vez, él nos mandaba y dejaba ir a un callejón sin salida!

Claro, hay que reconocer que es culpa nuestra porque le preguntamos por dónde iba nuestro camino pero no le preguntamos si es transitable. Nos hace pensar en aquel caso en el Brasil, cuando preguntamos si la ruta estaba asfaltada y se nos aseguró vehementemente que sí, pero sin advertirnos de que no había puentes. Claro ¿por qué se nos hubiese advertido de que no había puentes si nosotros habíamos preguntado si había asfalto y no habíamos preguntado si había puentes. La era de las procesadoras ya presente en ciertos cerebros humanos.

También es increíble la desidia de la burocracia. ¿Por qué no una advertencia "paso cortado"? Nada. ¿Quizás el derrumbe ocurrió hoy mismo, o ayer? Preguntamos. No. Ocurrió ya hace como un mes, y por lo tanto hace un mes que viajeros desventurados se meten en esta trampa. Nosotros, por lo menos, nos ahorramos los 20 kilómetros del callejón por pura casualidad.

Que ocurra un derrumbe, bien; que, por lo que se cuenta, el derrumbe es difícil de corregir de inmediato porque el terreno se va hundiendo más, bien; pero que no se haya colocado en el debido lugar la debida advertencia es un subdesarrollo que ningún circuito super-electrónico, ninguna cantidad de dinero fuerte, podrá jamás solucionar.

Esto nos hace acordar de un caso en Vespuccia, cuando viajábamos por las Montañas Rocosas y cuando nos encontramos con un cartel de advertencia que mucho más lejos, no nos acordamos si cincuenta u ochenta kilómetros, el paso estaba cortado por nieve, un cartel colocado en el lugar estratégico para evitar un callejón sin salida, para permitir a los conductores tomar una ruta alternativa a tiempo. Y, para ello, los Vespuccianos no utilizaron electrónica ni millones de dólares sino un poco de sesos.

A doblar por la derecha, pues, en procura de la ruta alternativa, que corre por los bajos longitudinalmente a la Cordillera.