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conexiones se hacen por medio de distribuidores, y sus nombres mismos pintan su monstruosidad: El Pulpo, El Cienpiés, La Araña; un pulpo, un cienpiés, una araña, que enmarañan al conductor, lo atan de pies, manos y de las cuatro ruedas, y lo dejan inmovilizado en el medio del desierto de cemento por falta de indicadores adecuados.

Indicadores hay muchos, pero muy deficientes.

║ Por ejemplo, carteles empezando a referirse a dos destinos en la misma dirección, y luego refiriéndose sólo a uno de los dos destinos, por lo que el viajero supone que el otro destino ya se habrá desviado en algún lugar, mientras que, en realidad, los dos destinos siguen en la misma dirección.

║  Muchos indicadores están colocados, según la idiota estupidez ya observada en otras partes, directamente encima de las bifurcaciones, y, a veces, ya pasada la bifurcación, en vez de, anticipadamente, bien antes de la bifurcación.

║ Muchos carteles son invisibles porque están tapados por ramas que no crecieron de un día para el otro sino que se dejaron crecer así varios años, sin mantener la visibilidad de los carteles.

Y muchos carteles, simplemente, no existen. ¡Cuántas veces nos encontramos frente a herméticamente misteriosas bifurcaciones donde la alternativa era parar y esperar o meterse a puro azar por una de las ramas, a ver a dónde se llega!

Complejidad de autopistas que, bien administrada, podría ser útil, pero que se vuelve una pesadilla y un monumento a la estupidez humana.

Y no se puede evitar las autopistas; no se puede viajar sólo por las calles. Para pasar de una calle en un barrio a una calle en otro barrio, aunque sea justo de un lado al otro lado de la autopista, obligadamente hay que pasar por autopistas.

Hay todo un sector de Caracas donde las calles no tienen nombre. Vimos direcciones como "Maturín y Santa Bárbara" o "San Jacinto y Las Madrices". Son nombres de esquinas. ¡Que algo tenga por sola dirección algún sitio entre la esquina Maturín y la esquina Santa Bárbara!

La primera vez que alguien nos dijo que una calle era flecha, nos preguntamos qué era. ¿Tal vez una calle de rápido tránsito? Pero no. Una calle flecha en Venezuela es una calle de contramano, como si una flecha no indicase, más que la contramano, la dirección correcta del tráfico.

Cuanto más viajamos, tanto más nos maravillamos cómo la humanidad logra no sólo sobrevivir sino seguir adelante. Debe de ser un puñado de genios verdaderos logrando arrastrar el peso muerto de lo demás; digamos el peso muerto del abono, porque, sin este abono, los propios genios no podrían florecer.