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y evitar el sonido etan como podría resultar en inglés con una sola "t"; un problema y una necesidad de dos "tt" que el castellano no tiene. Así que, ¿por qué escribir sin necesidad en castellano a la inglesa una palabra que no es inglesa?

Aquel trueque, por otra parte, sólo un episodio en una notable cascada de vaivenes, un poco a la uruguaya; según el siguiente cronograma.

Después de 1498, cuando, aparentemente, Cristóbal Colón avistó la costa.

1613 Mercaderes holandeses visitan Parnurbo; hoy, Paramaribo.
1630 Pobladores ingleses plantan tabaco.
1651 Pobladores ingleses plantan caña de azúcar, cacao, café, algodón.
1667 Desalojo por los Holandeses de los Ingleses.
1667 Conquista inglesa.
1667 Re-conquista holandesa.
1667 Acquiescencia por Inglaterra, a cambio de la isla de los Manhatanes - >>>>>donde, si Dios quiere, terminará esta Expedición.
1682 Venta por el estado holandés a una "Empresa de la India Occidental".
1683 Venta por dicha empresa, dos tercios, a la municipalidad de Amsterdán, un >>>>>tercio, a un particular.
1770 Venta del tercio particular a la municipalidad de Amsterdán.
1799 Re-conquista por Inglaterra a pesar del trueque de la isla de Manhatan.
1802 Devolución a Holanda.
1804 Otra vez colonia inglesa.
1814 Otra vez devuelto a Holanda.
1948 Pierde su identidad.  Se vuelve parte integral de Holanda.
1954 Recobra su identidad, como miembro de una Comunidad Holandesa.
1975 Se vuelve independiente, bajo el nombre de Surinam; por el nombre de la >>>>>tribu paraborigen Surinen, algo así.

Increíble.

Y ahora, a regresar a Boa Vista.

¿Puede haber sido el regreso algo peor que la ida? ¿Que no? Pues que sí. Un Sol directamente de frente que nos asaba sin conmiseración, y un viento de atrás, justo a la velocidad nuestra, que, en la práctica, nos mantenía en una cámara, de aire sin movimiento, sin el menor alivio del horno solar, pero sí, a veces, llena de un pulverizado de tierra y de un vaporizado del escape del propio coche. Cuando, hacia el final de la tarde, el Sol se aproximó al horizonte, disminuyó, sí, el calor, pero empezó otra tortura: el enceguecimiento directo en los ojos tangencialmente al suelo, impidiendo, además, ver el terreno ni siquiera a un paso delante a través de la cortina de polvo brillante de Sol cubriendo el parabrisas.