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Esta mañana, 11 de noviembre, el plan era grabar rapidito tres o cuatro anotaciones y echar a andar hacia el norte, el ecuador, Boa Vista y Venezuela. Pero empezó a llover, a llover fuerte; y no el tipo de tormenta de la tarde que derrama 20 ó 30 ó 35 milímetros de agua en media hora, sino una lluvia que, evidentemente, va a durar todo el día. Muy poco recomendable, y muy de mal agüero, para encaminarse por esa ruta cuya principal característica parece ser que es sumamente resbaladiza.

Así que, otro último día en Manaos, si es que deja de llover. De todos modos, he aquí las anotaciones.

Ayer, llamamos por teléfono al consulado de Surinam en Brasília para confirmar que se nos había otorgado la visa. Sí, nos está esperando en la capital de la Guyana.

Pero, todo eso parece bastante académico porque la probabilidad, lindando con la certeza, es que no hay comunicación terrestre desde Brasil con aquellos dos países; y la comunicación aérea - que hubiésemos considerado en vez de la terrestre para incluir de alguna forma estos dos países en la Expedición - parece haber sido urdida de manera a desanimar a cualquiera: el horario disponible desde Boa Vista da la muy poco palatable elección entre quedarse media hora en el aeropuerto de cada país y regresar, o quedar clavado por un total de quince días en los dos países.  Veremos si quizás se podrá hacer algo desde Venezuela.

Los trotamundo alemanes partieron anteayer, sin visa, hacia Boa Vista. Su esperanza es, quizás, conseguirla allá, en el último consulado venezolano. Nuestras visas nos costaron un triunfo, pero nuestro viaje hacia Boa Vista será ciertamente más aliviado, con ellas en el bolsillo.

Ayer, descubrimos la mejor fuente de información relacionada con el estado verdadero del camino de aquí a Venezuela: la unidad militar que lo construyó y lo mantiene. La información es que, salvo un trecho de unos 57 kilómetros no muy bueno, todo lo demás es bueno cuando seco, y muy resbaladizo cuando mojado, pero, felizmente, sin atolladeros. Además, a unos 500 kilómetros al norte de Manaos, se opera el cambio de régimen climático y se sale de la época de lluvias de aquí para entrar en la época de seca más al norte y en Venezuela.

Y mientras tanto, nosotros, siempre chorreando sudor, con la ropa pegada al cuerpo.

Lo curioso es que, a veces, la humedad desaparece como por encanto durante media hora o una hora, y luego vuelve, tan repentinamente, con todo su peso. Hojas de papel pierden su frescura por la humedad que absorben. Al dormir, hay que cuidar de no dejar una parte del cuerpo en contacto con la otra; si no, en el punto de contacto, se acumula transpiración. Nos preguntamos cómo se las arreglan los enamorados para tenerse las manos.